LA DAMA DE ELCHE


La conocida como Dama de Elche fue hallada por casualidad el 4 de agosto de 1897 en el yacimiento de La Alcudia de Elche, Alicante, en un hueco hecho con dos losas de piedra y rellenado de arena. Aunque los arqueólogos dudan que esta fuera su ubicación original, y creen que fue ocultada para preservarla de algún peligro.

Fue descubierta por Manuel Campello, un joven jornalero, y vendida a los pocos días al hispanista y arqueólogo francés Pierre Paris, quien la compró en nombre del museo del Louvre por 4000 francos. Permaneció en el museo, a pesar de los intentos para que regresara a suelo español, hasta 1939 año en el que fue trasladada al castillo de Montauban, al sur de Francia, debido al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

En 1941 tras la derrota de Francia por Alemania y gracias a las buenas relaciones entre el dictador Francisco Franco y el gobierno de Vichy del mariscal Pétain, se consiguió que la Dama de Elche regresase a España junto con otras obras como la Inmaculada Concepción de los Venerables de Murillo y varias piezas del Tesoro de Guarrazar.

Fue depositada en el museo del Prado donde permaneció hasta 1971, cuando pasó a formar parte de la colección permanente del museo Arqueológico Nacional.

La Dama de Elche es una escultura íbera en la que se representa el busto de una mujer, tallada en piedra caliza, procedente de una cantera local, entre los siglos V y IV A.C. Mide 56 cm. de altura y en su espalda se encuentra una cavidad casi esférica de 18 cm. de diámetro y 16 cm. de profundidad, que seguramente tenía como finalidad introducir reliquias, objetos sagrados o cenizas como ofrenda a los difuntos.

Nunca ha sido restaurada, por lo que aún conserva restos de tierra y golpes en la parte inferior que, según algunos arqueólogos, corresponden a una talla tosca en la que se cortó la obra original para reutilizarla. Según esta teoría el busto de la Dama de Elche sería lo único que nos quedaría de una escultura de cuerpo entero, debido a que los íberos, como los griegos y fenicios, concebían el ser humano como un todo indivisible.

También podemos encontrar restos de policromía, que hacen pensar que todo el busto estuvo pintado, algo habitual en la antigüedad. Se encontraron restos de color rojo sobre los labios así como blanco y azul en los ropajes y en análisis posteriores restos de oro.

El busto es el retrato de una mujer ricamente ataviada con una túnica y mantilla, sostenida por una peineta, que cae atravesada sobre su pecho con un gran manto sobre ella y ornamentada con joyas características de los íberos. Aunque no se sabe con certeza a quien representaba, se ha especulado con varias hipótesis, si a una diosa, a una sacerdotisa, una novia engalanada o a una dama de la alta aristocracia e incluso, en el momento de su descubrimiento, se pensó que representaba a un hombre.

En 1995 John Moffit, profesor de la universidad de Florida, publicó Art Forgery: The Case of the Lady of Elche en el que aseguraba que el busto era una falsificación del siglo XIX, aunque posteriormente, en 2005, el CSIC evidenció la antigüedad de los pigmentos y en 2011 a partir del análisis de micropartículas halladas en el hueco posterior del busto, se dedujo que pertenecían a cenizas de huesos humanos de época ibérica.