31 diciembre 2013

FESTA DE L'ESTENDARD




Hoy 31 de diciembre, se celebra en Palma la Festa de l'Estendard que conmemora la entrada de las tropas del rey Jaume I en la ciudad en el año 1229, poniendo fin al reino almohade y a la dominación musulmana de la isla desde el año 903.
Pinturas murales de la conquista de Mallorca,
Maestro de la conquista de Mallorca, 1285-1290
La fiesta, que se celebra desde el siglo XIII, está considerada una de las más antiguas dentro de las celebraciones civiles en Europa y está declarada BIC (bien de interés cultural) desde 2007.

Desde sus inicios la fiesta ha ido evolucionando, ha sufrido cambios, momentos de decadencia e incluso ha sido prohibida, pero la esencia de la celebración se ha mantenido hasta nuestros días.

Antiguamente la celebración se iniciaba en Cort donde, al igual que hoy, se colocaba el retrato del Conqueridor en la fachada de la casa dels jurats (el actual ayuntamiento) de donde salía el estandarte real, considerado el auténtico y que se perdió en un incendio en 1894, siendo sustituido por el actual. El estandarte se colocaba en medio de la plaza y recibía los honores de els jurats, los representantes de los diferentes gremios de la ciudad, los representantes del rey, la nobleza y el mestre de guaita (jefe de la policía).
Jaume I, finales S. XVI (copia de un retablo)
A continuación se dirigían al Palacio de la Almudaina donde se unía el gobernador y en la plaza de l'Almoina se incorporaba el obispo, canónigos, párrocos, frailes..., portando los pendones de la catedral, la cruz procesional e imágenes de la Virgen. A partir del siglo XVI el estandarte dejó de acompañar a la procesión y se quedó en la plaza de Cort.

La comitiva encabezada por los representantes religiosos se dirigía hacia la iglesia de Santa Eulalia, donde gritaban por dos veces ¡Santa Eulalia!, seguían hacia la plaza de Sant Antoni, donde se encontraba la iglesia de Sant Antoni de Pàdua, que albergaba el retablo de Sant Jordi realizado por Pere Niçard, y repetían el grito a Sant Antoni y Sant Jordi.

Al llegar a la puerta de Sant Antoni los marineros pasaban el estandarte por encima de la muralla, para evitar que se inclinase, y la comitiva salía fuera de la ciudad, hasta un lugar denominado Peiró, donde se leía un sermón en el que se narraba la entrada a la ciudad de Jaume I. A partir de 1566 este sermón se pasó a leer en la Catedral, una vez finalizada la procesión y a partir de 1774, tras el decreto de Nueva Planta (1715), pasó a leerse en castellano, empezando la decadencia de la fiesta.

Desaparecieron els jurats y el alcalde, el gobernador fue sustituido por el capitán general, que no asistía, sólo se mantuvo el cap de guaita (hasta 1830) pero fue sustituido por un personaje cómico (Don Lluc de la Meca). También desaparecieron las cuatro barras en el escudo del retrato de Jaume I, que recientemente fueron restauradas y durante el reinado de Isabel II el retrato del Conqueridor se sustituyó por uno de la reina.

En aquella época era muy poca la población que entendía el castellano por lo que se hacía difícil seguir el sermón, las autoridades civiles dejaron de asistir y la fiesta pasó básicamente a ser un desfile de la nobleza y de la iglesia. Posteriormente, durante el trienio liberal (1820-23) y la primera república (1873-74) y segunda república (1931-39), la fiesta se asoció al antiguo régimen y fue prohibida, retomándose posteriormente pero sin volver a su antiguo esplendor.

Después del sermón la comitiva marchaba hacia la puerta Pintada, primero hacia la antigua, por donde entró Jaime I y después, cuando se construyeron las murallas renacentistas hacia la nueva, en la plaza del mismo nombre. Allí los marineros representaban la toma de la ciudad e izaban el estandarte. Con la llegada de la cruz de la Catedral las puertas se abrían y entraban de nuevo a la ciudad para dirigirse a la iglesia de Sant Miquel, donde se celebraba una misa en recuerdo de la primera que se celebró en la mezquita cristianizada, sobre la que se construyó la iglesia, la primera erigida tras la conquista.

Tras la misa la procesión regresaba a la Catedral donde el obispo rezaba en el altar y daba la bendición, la comitiva acompañaba al gobernador hasta el Palacio Real y regresaban a Cort.

Actualmente la festa de l'Estendard se celebra en la plaza de Cort, donde se ubica el retrato de Jaume I. Se saca el estandarte y la comitiva formada por las autoridades, la policía municipal, la banda municipal y el público marchan hacia la Catedral donde se ofrece una misa y se lee el histórico sermón de la conquista, posteriormente regresan a Cort donde se recita La Colcada, desde 1965, una composición que Pere d'Alcantara Penya escribió en 1861, evocando la antigua fiesta. 

22 diciembre 2013

EL BELÉN NAPOLITANO



Belén napolitano de Antonovich (León), siglo XVIII
En la Nochebuena de 1223 en una cueva cerca de la ermita de Greccio en Italia, San Francisco de Asís celebró una misa en la que se representó el nacimiento de Cristo.

San Francisco, que había conseguido una dispensa del papa Honorio III, dieciséis años antes Inocencio III había condenado algunas representaciones en los lugares de culto debido a las fiestas de los locos, se basó en las descripciones del Evangelio de San Lucas y los Evangelios Apócrifos, así como en las palabras del profeta Isaías, conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo (Is. 1,3) para la representación del nacimiento, que se llevó a cabo mediante un pesebre vacío (símbolo del niño que ha de nacer) junto con una mula y un buey vivos, otorgando al conjunto una imagen de pobreza que se adaptaba perfectamente al mensaje franciscano.
Gruta del Greccio (Italia)
La representación del nacimiento se convirtió en una tradición en los monasterios de las órdenes franciscanas en época navideña, ayudando a su difusión mediante la expansión de las órdenes por toda Europa. Sobretodo a través de las monjas clarisas que propagaron la costumbre de colocar al niño Jesús en la cuna adornado con ricos vestidos bordados.

Pero no fue hasta 1330, en la basílica de Santa Clara de Nápoles, que se instaló por primera vez lo que podemos considerar un verdadero belén mediante figuras realizadas en barro, dando un nuevo significado a una iconografía que ya se representaba desde época paleocristiana.

Empezamos a encontrar representaciones de la natividad y la adoración de los Reyes Magos, variando su número debido a que aún no se había establecido su canon, a partir del siglo III en las paredes de varias catacumbas, y a partir del Edicto de Milán (313), con la libertad de culto, su uso se extendió, utilizándose en la ornamentación de sarcófagos y en la decoración de algunas iglesias.
Catacumbas de Sta. Príscila (Italia) siglo III y ábside de Sta. María
de Tahull (Lleida), 1123 
A partir del siglo XIII aparecieron algunos nacimientos trabajados en piedra, formados por estatuas independientes agrupadas para formar una escena, aunque aún mantenían un tamaño monumental. Entre estos destaca el trabajo realizado por Arnolfo di Cambio, que esculpió en 1283 un conjunto de estatuas en mármol blanco para la basílica de Santa María la Mayor de Roma.
Arnolfo di Cambio, Sta. María la Mayor (Roma), 1283
La tradición del belén se asentó en los siglos posteriores, tomando un importante impulso en el siglo XVI, tras el Concilio de Trento (1545-1563) en el que se estableció el uso de las imágenes como instrumento de propaganda al servicio de la fe, realizándose figuras de gran expresividad y realismo, acercándolas a los creyentes, y empezándose a sentir la influencia de los belenes napolitanos, mediante la representación de escenas cotidianas de la época.

Nápoles contaba con una importante tradición en la creación de figuras, pero es a partir del siglo XVIII que empezó lo que podríamos denominar la edad de oro del belén napolitano, recibiendo un importante impulso durante el reinado de Carlos VII (1734-1759), quien posteriormente reinaría en España como Carlos III (1759-1788). Durante su reinado, Nápoles pasó de ser parte de un virreinato bajo dominio español a ser la capital de un reino y una de las ciudades artísticamente más brillantes de Europa.

El monarca empezó la costumbre de montar su propio belén en palacio durante las navidades, permitiendo que el pueblo pudiese visitarlo, esta tradición fue imitada por la aristocracia y la burguesía dando paso a la proliferación del belén y de importantes imagineros que se instalaron en la ciudad.

En esta época las figuras adquirieron una serie de características propias, tenían unas dimensiones de unos 35 a 45 cm de altura, formadas a partir de un cuerpo de alambre forrado de estopa, las cabezas estaban hechas de terracota policromada con los ojos de cristal y las extremidades se realizaban con madera también policromada y con vestimentas que imitaban tanto la moda como las telas de la época.

Los belenes pasaron a estar formados por un gran número de figuras con las que se representan diferentes escenas, que respondían a unas reglas precisas. En un primer plano y en el lugar más alto, se situaba la natividad, que constaba de la sagrada familia, el buey y la mula, acompañados de una corte de ángeles y en un rincón aparecía siempre la figura de un demonio. En una primera época se ubicaban en una gruta, pero tras el descubrimiento de las ruinas de Pompeya (1748) y Herculano (1738) se cambió por un templo romano en ruinas.
Natividad, museo del Divino Infante (Italia), siglo XVIII
En el otro extremo se situaba el núcleo urbano, lleno de escenas populares en la que destacaba la posada, en alusión al pasaje bíblico en el que San José y la Virgen pedían cobijo, pero en el belén napolitano no se representaba de esta manera, sino que servía como un medio para la representación de banquetes y escenas costumbristas de la época. Junto a esta se ubicaban también el mercado, la fuente y diferentes construcciones arquitectónicas que seguían el estilo de las calles napolitanas, incluyendo escenas de la vida cotidiana.
Escena de la posada, museo de escultura de Valladolid, siglo XVIII
El resultado era un conjunto de gran monumentalidad donde adquiría mayor importancia la representación de lo mundano que la temática religiosa, reflejando la exuberancia y la grandilocuencia del barroco italiano.

15 diciembre 2013

LA MINOTAUROMACHIE (1935). PICASSO EN SU LABERINTO

El pasado 14 de noviembre el Museu Fundación Juan March inauguró en su Gabinete de Obra Gráfica una pequeña exposición, La Minotauromachie (1935). Picasso en su laberinto, articulada en torno a la que algunos especialistas consideran la estampa más importante del siglo XX, La Minotauromachie, un aguafuerte de grandes dimensiones realizado por Pablo Picasso en 1935, una obra de tirada muy reducida y de la que apenas quedan ejemplares en España.

La Minotauromachie, 1935
La muestra cuenta también con una selección de estampas de la Suite Vollard, dedicadas a la imagen del minotauro, así como una selección de ejemplares de la revista surrealista Minotaure (1933-1939), cuya primera portada fue diseñada por Picasso.

Portada del primer número de la revista Minotaure, 1933
El minotauro, figura mitológica mitad hombre mitad toro, obsesionó a Pablo Picasso hasta el punto de dedicarle una extensa serie de grabados que culminaron en La Minotauromachie, considerada un precedente del Guernica.

La figura de este ser mitológico apareció por primera vez en la obra del artista en un collage en 1928, pero no fue hasta la década de los años treinta que se convirtió en un tema recurrente, siendo uno de los temas centrales en la serie de cien grabados que formarían la Suite Vollard, que Picasso realizó entre los años 1930 y 1937, por encargo del marchante de arte y editor Ambroise Vollard.

Minotauro con una copa en la mano y mujer joven, 1933
Estos grabados son un claro testimonio de la destreza de Picasso como dibujante y hacen referencia a una gran variedad de temas del universo picassiano. Las estampas pueden dividirse en cinco grupos, La violación, El taller del escultor, Rembrandt, El minotauro y El minotauro ciego, también hay algunos grabados sin una temática concreta y tres retratos de Vollard.

Minotauro ciego guiado por una niña, 1934
El conjunto puede considerarse una especie de diario íntimo del artista. A través de los grabados Picasso se representó junto a su joven amante Marie-Thérèse Walter, una joven de apenas diecisiete años a la que conoció en 1927 y por la que rompió su matrimonio con Olga Khokhlova. En ellos, el artista se representó a través de la figura del minotauro plasmando la fuerza de sus impulsos sexuales, desde el hombre-toro galán y amante al monstruo que acaba pagando sus excesos con la muerte.

La exposición se mostrará hasta el 31 de mayo de 2014.


07 diciembre 2013

FRIDA KAHLO




Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació en Coyoacán, México D.F., en 1907, aunque a ella le gustaba decir que había nacido en 1910 al mismo tiempo que estalló la Revolución Mexicana, en la misma casa, La Casa Azul, que la vio morir 47 años después.

Fue la tercera de las hijas del matrimonio formado por Carl Wilhelm (Guillermo) Kahlo, fotógrafo alemán, del que Frida solía contar que descendía de judíos húngaros, algo que nunca se ha podido demostrar, y su segunda mujer, la mexicana Matilde Calderón. La relación que mantuvo con ellos fue dispar, mientras que la relación con su madre estuvo marcada por sentimientos ambivalentes de amor y odio, la relación con su padre fue siempre de amor y complicidad, siendo su mayor apoyo, sobretodo cuando contrajo una poliomielitis que con apenas siete años la dejó varios meses postrada en una cama, dejándole secuelas en la pierna derecha, que quedó más delgada y con el pie atrofiado, a pesar de ello, su padre, que siempre la acompañó en su enfermedad y rehabilitación, la animó a practicar deportes no muy comunes, en la sociedad mexicana de su época para una niña, como fútbol o boxeo.

Fue en estas fechas que empezó a pintar, recibiendo lecciones de Fernando Fernández un reputado impresor amigo de su padre, que la contrató como aprendiz para copiar grabados de Anders Zorn. Las obras que realizó en esta época fueron básicamente autorretratos y retratos de su familia y amigos, pero son muy pocas las que se conservan, algunas fueron destruidas por la propia Frida y otras, simplemente, desaparecieron.

Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, donde coincidió con algunos de los mejores intelectuales y artistas de México, formando parte de un grupo de alumnos conocidos como Los Cachuchas. Su actividad y posición política se movía entre las ideas anarquistas y revolucionarias románticas, se autodefinían como un grupo crítico con la autoridad y protestaban contra las injusticias. Fue aquí donde vio por primera vez a Diego Rivera, mientras realizaba su primer mural en el Anfiteatro Simón Bolívar de la escuela, el grupo se burlaba de él y trataban de excitar los celos de su mujer, Lupe Marín.

El 17 de septiembre de 1925, con apenas 18 años, sufrió un accidente que cambiaría su vida y su arte por completo. El autobús en el que viajaba fue envestido por un tranvía, Frida sufrió múltiples heridas y los médicos no estaban seguros de que pudiera sobrevivir. Sufrió la rotura de la columna vertebral en tres sitios, así como la clavícula, tres costillas, la pierna y el pie derecho, un pasamanos le atravesó la cadera izquierda saliendo por la vagina, produciéndole una triple fractura de la pelvis que le impediría tener hijos, sobre este suceso Frida comentaba que había sido la forma brutal en la que había perdido su virginidad.

Debido al accidente tuvo que guardar reposo durante meses y empezó a pintar de manera más continuada. Le construyeron un caballete especial que se apoyaba en la cama y un espejo bajo el dosel, desde el que podía verse y convertirse en modelo para sus obras.


En 1926 pintó su autorretrato, el primero de una larga serie en los que plasmó los sucesos de su vida y los sentimientos que le producían.

Autorretrato (1926)
Con el tiempo su pintura se volvió más compleja y empezó a frecuentar ambientes políticos, artísticos e intelectuales cercanos a las ideas comunistas. En ellos entró en contacto con la fotógrafa Tina Modotti, a través de la cual conoció, formalmente, al hombre mas importante de su vida, o como ella lo calificó una vez el segundo gran accidente de mi vida, el pintor Diego Rivera.

Frida había quedado fascinada, tanto por el artista como por el hombre. Un día se acercó hasta el edificio de la Secretaría de Educación Pública, donde Rivera trabajaba en una serie de murales y le enseñó su trabajo, el pintor quedó muy impresionado y la animó a continuar pintando. Un año después, el 21 de agosto de 1929 contraían matrimonio.

Frida Kahlo y Diego Rivera
A partir de su matrimonio con Rivera su estilo cambió, dejó atrás los modelos europeos y se basó en las raíces y el folclore de la cultura mexicana. Rivera también fue quien le sugirió vestir con el traje tradicional mexicano, largo y colorido, y con joyería exótica, algo que mezclado con sus pobladas cejas juntas, siempre se negó a depilarse, los labios rojos y el pelo negro azabache recogido en un moño y adornado con coloridas flores, constituirían el distintivo de Frida Khalo.

El inestable y complicado ambiente político que se vivía en México en 1931, bajo el mando de Plutarco Elías Calles, hizo que muchos comunistas y simpatizantes de izquierdas, entre ellos Frida y su marido, emigrasen a Estados Unidos. Su estancia en este país duró cuatro años, durante los cuales Frida sufrió su segundo aborto, que representó en la obra Aborto en Detroit.

Aborto en Detroit (1932)
Tras su regreso a México, Diego Rivera empezó una aventura con la hermana menor de Frida, Cristina. Este suceso marcaría un punto de inflexión en su matrimonio, Diego nunca había sido un hombre fiel, aunque de alguna manera Frida conocía y consentía estas relaciones, quizá esperen oír de mí lamentos de “lo mucho que se sufre” viviendo con un hombre como Diego. Pero yo no creo que las márgenes de un río sufran por dejarlo correr, pero a partir de este momento Frida tampoco lo fue, decidiendo que continuarían juntos pero su matrimonio sería una relación abierta. Frida empezó a mantener relaciones no sólo con hombres sino también con mujeres. Entre sus amantes estuvo el líder revolucionario ruso León Trotsky, aunque esta relación podría verse como una infidelidad en forma de venganza, debido a que Trotsky era uno de los personajes más admirados por el muralista mexicano. El matrimonio continuó hasta 1939, año en que se divorciaron, volviendo a contraer matrimonio un año más tarde. No volverían a separarse hasta la muerte de Frida.

Diego en mi pensamiento (1943)
En 1938 André Breton, simpatizante de las ideas políticas de Trotsky, viajó hasta México para conocerlo, cuando vio las pinturas de Frida quedó impresionado.

A finales de ese mismo año Frida presentó su primera exposición individual en la galería Julian Levy de Nueva York y Breton escribió el prólogo del catálogo donde reiteraba su admiración por la obra de la pintora. Al año siguiente viajó a París, aceptando la invitación de Bretón para realizar una exposición en la ciudad, pero a su llegada se encontró con que no se había preparado nada, ni siquiera se habían recogido sus obras de la aduana, a pesar de todo decidió continuar con la exposición con el apoyo de Marcel Duchamp. La exposición se inauguró seis semanas después, recibiendo grandes elogios y el Museo del Louvre adquirió una de sus obras, aunque en general no fue un éxito financiero. Frida se sintió decepcionada de los surrealistas, de París y de Europa, canceló la exposición que debía celebrarse en Londres y regresó a América.

Autorretrato. El marco (1938)
Aunque no renunció al surrealismo inmediatamente, en 1940 participó junto a Diego Rivera en la Exposición Internacional del Surrealismo, celebrada en México, fue posteriormente que negó su pertenencia al movimiento, creían que yo era surrealista, pero yo no lo era. Nunca pinté sueños. Pinté mi propia realidad.

En la década de los cuarenta su reputación artística creció, participando en exposiciones tanto en México como en Estados Unidos.

En 1943 empezó a dar clases de arte en La Esmeralda, Escuela de Pintura y Escultura, animando a los estudiantes a buscar su inspiración en la vida diaria y el folclore mexicano dejando de lado los modelos tradicionales europeos. A los pocos meses, debido a un empeoramiento de su salud, empezó a dar clases en su propia casa, sufría dolores en la espalda y el pie derecho y tuvo que llevar un corsé de acero, volviéndose a operar en 1946. La operación no tuvo éxito y Frida se sintió decepcionada además de soportar terribles dolores.

La columna rota (1944)
Su salud siguió empeorando, fue ingresada en el hospital y sufrió diversas operaciones. Después de la sexta operación fue capaz de pintar de nuevo, mediante un caballete especial montado en su cama. Se movía en silla de ruedas y solo podía caminar cortas distancias usando muletas o un bastón.

Árbol de la vida mantente firme (1946) 
Su estilo cambió, debido al dolor, los analgésicos y la bebida, sus cuadros ya no tenían la precisión técnica y el detalle que los caracterizaba.

No fue hasta 1953 que se realizó la primera exposición en solitario de la artista en México, a pesar de la oposición de los médicos decidió asistir siendo trasladada con una ambulancia y visitó la exposición en una cama con dosel.

Poco después sufrió un duro golpe al tener que amputarle la pierna derecha. Le construyeron una artificial y aprendió a andar con ella pero cayó en una profunda depresión que la llevó a pensar en el suicidio.

Viva la vida. Sandías (circa 1952)
Murió la noche del 12 al 13 de julio de 1954 mientras dormía, las últimas palabras en su diario fueron, espero alegre la salida y espero no volver jamás.









29 noviembre 2013

MOMIAS EGIPCIAS. EL SECRETO DE LA VIDA ETERNA

Sarcófago de Amenhotep
Este es el título de la exposición que la Fundación La Caixa presenta en el CaixaForum Palma, ubicado en el edificio del Gran Hotel. Se trata de una exposición ideada por el Musée de la Civilisation de Quebec (Canadá) en la que se presentan los tesoros del Rijksmuseum Van Oudheden de Leiden (Holanda), conocido por sus colecciones de egiptología.

En la muestra se reúnen más de doscientas piezas, de distintos períodos y diversas cámaras sepulcrales, a través de las cuales se analizan los complejos rituales relacionados con la muerte y la otra vida en el antiguo Egipto, profundizando en la evolución del arte de la momificación, ya que es a través de las momias que tenemos la posibilidad de descubrir cómo se vivía y se moría en el antiguo Egipto.

Momia del sacerdote Ankhor y radiografía
Para esta antigua civilización la muerte no era más que un paso hacia la resurrección, morir para volver a nacer, esta idea exigía conservar el cuerpo del difunto así como dotarlo de todo lo que creían le sería necesario en la otra vida.

Vasijas
Se exhiben momias, humanas y de animales así como tomografías computarizadas (TC) de estas, una técnica no invasiva, que permite examinar las momias sin dañar su cuerpo y que ha permitido obtener gran cantidad de datos sobre la momificación del cuerpo y su estado, incluso ha mostrado los escarabajos escondidos en el envoltorio. También se exhiben sarcófagos, joyas, amuletos, máscaras, esculturas, estelas y objetos personales, destacando los sarcófagos de Amenhotep y, especialmente, el conjunto de Ankhor, compuesto por la momia y los sarcófagos de este gran sacerdote de Tebas que vivió hacia el 650 a.C.

Estela de Nakhtefmut
La exposición se podrá visitar hasta el 26 de enero de 2014.



22 noviembre 2013

EL MUSEO DEL PRADO




Hace 194 años abría por primera vez sus puertas el Museo Nacional del Prado.

Vista del Real Museo (1824), V. Camarón y Torra
Fue el 19 de octubre de 1819, dos días después de la fecha prevista originalmente, ya que ni el anuncio que se debía publicar en La Gaceta de Madrid ni la orden del capitán general para el envío del piquete que debía custodiar el edificio llegaron a tiempo. No hubo ningún tipo de acto oficial, Fernando VII ni siquiera asistió y el acontecimiento pasó prácticamente desapercibido.

Permaneció abierto al gran público durante una semana, aunque en un horario reducido, solo podía visitarse por las mañanas de nueve a doce. Posteriormente abrió únicamente los miércoles, el resto de la semana solo se permitía la entrada a copistas, estudiosos o visitantes con acreditación.

La idea de crear el Real Museo de Pinturas y Esculturas, que poco después pasaría a denominarse Museo Nacional de Pintura y Escultura, se debió a la reina María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, aunque la idea de una pinacoteca había surgido con anterioridad. El primero en considerar el proyecto fue el rey Fernando VI en 1757, pero tras su muerte, su hermano y heredero al trono, Carlos III, desechó la idea y en su lugar decidió crear un museo dedicado a las ciencias naturales, el Real Gabinete de Historia Natural, para el que decidió construir un nuevo edificio en el Salón del Prado, ya que el Palacio de Goyeneche donde se ubicó la colección en un primer momento se había quedado pequeño.

La reina M. Isabel de Braganza como fundadora del Prado (1829),
B. López Piquer
El rey encargó el proyecto a Juan de Villanueva, uno de sus arquitectos predilectos y el ganador del concurso que se realizó para escoger el diseño del edificio, del que toma su nombre Edificio Villanueva del Museo del Prado. La construcción se inició en 1785, siguiendo el estilo neoclásico y se utilizaron piedra blanca, granito y ladrillo. La planta fue diseñada a partir de un cuerpo central, de planta rectangular terminado en ábside, con dos galerías alargadas, originalmente con dos plantas, que acaban en dos pabellones cuadrados.

Planta Museo del Prado
Tras la muerte del rey, las obras continuaron bajo el auspicio de su hijo, Carlos IV, que a diferencia de su padre se planteó retomar la idea de Fernando VI y convertir el futuro edificio en una pinacoteca. El proyecto pero, no pudo llevarse a cabo debido a la situación económica y a la invasión de las tropas napoleónicas en 1808 que llevaron a la abdicación del rey en su hijo, el futuro Fernando VII.

Tras la invasión francesa y con el rey retenido y sin poder efectivo en Bayona, España pasó a estar bajo el dominio directo de Napoleón que impuso a su hermano José como rey.

El edificio de Villanueva, prácticamente acabado, fue ocupado por las tropas napoleónicas. Los soldados franceses lo utilizaron como cuartel de caballería, arrancando los emplomados de las cubiertas para utilizarlos en la fabricación de balas, dejando el edificio en pésimas condiciones.

El reinado de José I, breve y débil, siguió las políticas napoleónicas nacionalizando los bienes artísticos que pertenecían a la monarquía, nobleza e Iglesia, ahora era el pueblo el propietario del arte y el merecedor de su disfrute. Por ello el 20 de diciembre de 1809 dictó un decreto por el que se establecía la fundación en Madrid de un museo de pinturas destinado a acoger las obras más representativas de las escuelas pictóricas españolas, el museo Josefino, tomando como modelo el museo Napoleón de París

Desde principios de 1810 Frédéric Quilliet, director de los monumentos de España, se encargó de reunir en Madrid pinturas y objetos de arte confiscados de los diferentes conventos, iglesias y palacios reales. Las obras se depositaron en el palacio de Buenavista, escogido como futura sede del museo, pero la precaria situación política y económica impidió que se llevaran acabo las obras necesarias para su adecuación como galería, por lo que el palacio se convirtió en simple depósito de cuadros y otros objetos hasta 1813, tras la huida de José Bonaparte, en la que la Academia de San Fernando recibió la misión de recuperar e inventariar las obras de arte reunidas en los depósitos y devolverlas a las iglesias y conventos a las que pertenecían, mientras que las obras de propiedad real volvieron a los palacios.

La invasión francesa trajo consigo el expolio de gran cantidad de obras de arte españolas, las tropas napoleónicas aprovecharon la evacuación para saquear Madrid, principalmente obras de arte por parte de los oficiales. José Bonaparte en su huida se llevó consigo un importante botín en cuadros y joyas, una parte de los cuales fue recuperado por el duque de Wellington, que recibió algunas de las obras como agradecimiento, mientras que gran parte de las que quedaron en poder de Bonaparte se vendieron en Estados Unidos. Otras obras se habían enviado directamente a París, como regalo a Napoleón y muchas otras simplemente fueron vendidas o desaparecieron.

Tras el regreso de Fernando VII a España la Academia de Bellas Artes le transmitió su idea de crear una galería de pinturas con las obras almacenadas por las tropas francesas en el mismo lugar que se había pensado para el museo Josefino, el palacio de Buenavista. El rey concedió el permiso y se empezó la creación del museo Fernandino pero la Academia se encontró con varios problemas que hicieron el proyecto inviable, muchas de las obras ya habían sido devueltas a sus propietarios y el palacio fue reclamado como parte de los bienes secuestrados a Godoy. A pesar de todo la Academia no renunció a la idea del museo Fernandino.

En 1815 regresaron a España algunas de las obras expoliadas por los franceses, a pesar de la resistencia del gobierno francés, gracias al Tratado de París por el cual las naciones invadidas por Napoleón recuperaron las riquezas artísticas de las que habían sido desposeídas.

El 3 de marzo de 1818 La Gaceta de Madrid hizo pública la decisión de Fernando VII de restaurar, de su propio bolsillo, el edificio proyectado por el arquitecto Juan de Villanueva en el paseo del Prado. Tras esta decisión estaba el deseo de su esposa, la reina María Isabel de Braganza, que hacía también realidad el deseo de la Academia de Bellas Artes.

El día de su inauguración el museo poseía mil quinientos treinta y un cuadros, procedentes básicamente de las colecciones reales, de los que se exponían trecientos once. Con el tiempo el museo fue creciendo mediante legados, donaciones, compras e incorporaciones de otros museos (museo de la Trinidad en 1872 y el museo de Arte Moderno en 1971), haciendo del museo del Prado una de las mayores pinacotecas del mundo.

Paredes del museo


09 octubre 2013

MUSEO DE SANTA CRUZ, TOLEDO




El museo de Santa Cruz debe su nombre al edificio que ocupa, el antiguo hospital de Santa Cruz construido en el siglo XVI a instancias del cardenal don Pedro González de Mendoza, el Gran Cardenal, quien dispuso en su testamento que todos sus bienes fueran íntegramente destinados a su fundación y mantenimiento.

Las obras se iniciaron a principios del siglo XVI de la mano de Enrique Egas que se inspiró en la estructura cruciforme del Ospedale Maggiore de Milán, diseñado por Filarete. Aunque Egas simplificó la planta dejando solamente una cruz griega, dos amplias naves de dos pisos, una para hombres y otra para mujeres, cubiertas con artesonados mudéjares (de par y nudillo y decoración a lazo) y renacentistas y con cuatro patios en los ángulos, de los que solo se construyeron dos.

En la década de 1520 entró a trabajar Alonso Covarrubias quien realizó las decoraciones de la portada, el vestíbulo general y el patio noble

Fachada Hospital de Santa Cruz
Covarrubias realizó una fachada simple, no se reflejan exteriormente las plantas, las ventanas no tienen una disposición simétrica y la portada, de estilo plateresco, se ubica en el lado izquierdo, debido a que no se realizó el proyecto inicial, faltando el patio de la esquina suroeste que completaría la fachada y que hubiera dejado la portada en el centro. El vestíbulo se cubrió con tres bóvedas de crucería y se abrieron tres puertas de mármol decoradas que conducen a la antigua biblioteca, al interior del edificio y al patio principal de estilo renacentista, formado por una doble arquería, con arcos de medio punto en el primer piso y rebajados en el segundo, destacando la escalera de estructura tardogótica, seguramente diseñada por Enrique Egas, y decorada por Covarrubias hacia 1530 en estilo plateresco.

Patio y escalera
El edificio funcionó como hospital y hospicio durante tres siglos, hasta la desamortización de Mendizábal, momento en el que pasó a ser Colegio General Militar dependiendo del Ministerio del Ejército, se realizaron obras para su acondicionamiento, y cuando el colegio pasó al Alcázar, el edificio quedó deshabitado, sufriendo el abandono y diversos expolios.

En 1902, a instancias del conde de Cedillo, el edificio fue declarado Monumento Nacional aunque no se realizó ninguna inversión ni mejora hasta 1919 en que pasó a depender del Ministerio de Instrucción Pública que lo convirtió en sede del Museo Arqueológico Provincial, el antecedente de lo que en la actualidad es el Museo de Santa Cruz.

Obras de restauración en 1932 y una de las salas del museo en 1935
Tras años de obras, para adecuar el edificio a su nueva función museística, el hospital de Santa Cruz volvió a abrir sus puertas en 1935, cerrándolas un año después debido al inicio de la guerra civil. El edificio fue tomado por las milicias republicanas y debido a su cercanía con el Alcázar sufrió graves daños.

La misma sala que la foto anterior con los daños causados por la guerra
Tras la guerra hubo una nueva restauración y se dejaron en depósito obras propiedad de la Iglesia de Toledo, que se unieron a los fondos del Museo Arqueológico de Toledo y de la Parroquia de San Vicente.

En 2010 se realizó una nueva reestructuración dando lugar a las tres secciones que lo componen actualmente, la sección de arqueología con piezas como el mosaico romano de las Cuatro Estaciones, sarcófagos, inscripciones romanas e islámicas o lápidas funerarias procedentes de la antigua Sinagoga del Tránsito, la de artes decorativas, con parte de la colección Carranza de cerámicas y azulejos y la de bellas artes, donde destaca la muestra de pintura toledana de los siglos XVI y XVII, con obras de El Greco o Luis Tristán.


01 septiembre 2013

RESTAURACIÓN DE LA CATEDRAL DE PALMA



El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas, organiza, desde el pasado 13 de julio y hasta el 13 de octubre, una serie de visitas guiadas por los monumentos en los que se están realizando proyectos de restauración.

Con esta actividad de carácter gratuito, arqueólogos, arquitectos conservadores y restauradores pretenden acercar la cultura a los ciudadanos, incidiendo en los valores histórico-artísticos de los monumentos, así como en los criterios y objetivos de las intervenciones de restauración.

En esta edición se han seleccionado tres bienes inmuebles representativos de las diferentes tipologías del patrimonio cultural. El castillo de Buitrago de Lozoya (Madrid), fortificación de origen medieval e influencia islámica, la Seu Vella de Lleida, de base románica con aportaciones del gótico y la Catedral de Palma de Mallorca ejemplo del gótico levantino con claras influencias del norte de Europa.

La restauración de la Catedral de Palma cuenta con una dotación presupuestaria de 1.080.208 euros. El proyecto de restauración incluye la rehabilitación del claustro y la torre del campanario y la intervención en los paramentos de la cabecera y otras zonas que lo requieran. Además, se sanearán las redes de desagües y se revisará el anclaje de las instalaciones.


Los trabajos en el campanario se basan en paliar los daños ocasionados a la estructura de piedra debidos a las vibraciones transmitidas por las campanas y el deterioro de las juntas a consecuencia del agua de lluvia.

También se lleva a cabo la restauración de los yugos de madera originales, que se guardaban en una de las salas que componen el campanario (utilizada como almacén técnico de la catedral) y que sustituirán los yugos de metal que actualmente soportan las campanas, cuya restauración está en estos momentos paralizada debido, según los técnicos de Patrimonio, por la falta de informes técnicos sobre la extracción de las campanas del templo (se debería desmontar parte de la cúpula del campanario) y los procedimientos de restauración, a cargo del alemán Hans Lachenmeyer.


En el claustro se renovarán la iluminación y las medidas para la extinción de incendios, así como se procederá a la adaptación de los aseos para minusválidos.

Las visitas se realizarán todos los sábados y domingos por la mañana, previa inscripción en la web www.visitasrestauracion.es.