12 mayo 2014

CUPIDO DURMIENTE DE MIGUEL ÁNGEL




Retrato de Miguel Ángel, M. Venusti
(1535)
El Cupido durmiente era una escultura, hoy perdida, realizada por Miguel Ángel Buonarroti en 1496 en Florencia, tallada en mármol, representaba un pequeño cupido dormido a tamaño natural.

En aquellos momentos Miguel Ángel contaba con apenas veintiún años, pero ya había conseguido una notable reputación como escultor trabajando para los Médicis.

La había esculpido por entretenimiento, siguiendo los cánones de la escultura de la antigüedad clásica, debido a que una de las doctrinas artísticas del Renacimiento era la creencia de que los mejores modelos para la práctica escultórica se encontraban en la antigüedad.

Según relata Condivi, biógrafo de Miguel Ángel, durante una de las visitas de Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, mecenas de Botticelli, al taller del artista, con el que había trabado amistad y al que había encargado una escultura representando un pequeño San Juan Bautista (hoy también perdido), pudo contemplar el pequeño Cupido y al verlo le comentó, si consiguieras darle un aspecto tal que pareciera haber estado enterrado mucho tiempo, yo podría mandarlo a Roma, donde lo tomarían por antiguo y podrías venderlo mucho mejor.
Eros en reposo (siglo II - III A.C.)

Durante el Renacimiento se volvió la vista hacia la antigüedad clásica, sobretodo en escultura. La élite cultural poseía colecciones de esculturas clásicas que eran muy demandadas y se pagaban mucho mejor que las esculturas realizadas en la época.

Al parecer Miguel Ángel siguió el consejo de Lorenzo di Pierfrancesco ya que poco tiempo después la escultura fue vendida en Roma por un anticuario, Baldassare del Milanese, como un hallazgo arqueológico al cardenal Riario, sobrino del papa Sixto IV, por 200 ducados, de los que a Miguel Ángel sólo le llegaron 30.

Algunos historiadores relatan que cuando Miguel Ángel supo del engaño, indignado, decidió marchar a Roma y reclamar lo que era suyo. Otros, en cambio, apuntan que fue el propio Cardenal quien se dio cuenta de la falsedad de la obra, pero fascinado con la maestría de Miguel Ángel le pagó 30 ducados y lo invitó a viajar a Roma.

Verdad o anécdota, Miguel Ángel llegó a Roma el 25 de junio de 1496.

El Cupido durmiente fue comprado, en 1502, por César Borgia y posteriormente fue entregado como presente a Isabel de Este. En 1542 aparece documentado en un inventario de la ciudad de Mantua, perdiéndose finalmente su rastro en 1632, cuando fue enviado a Carlos I de Inglaterra.

04 mayo 2014

CATEDRAL DE CHARTRES: UNA CONSTRUCCIÓN OLVIDADA




Durante la noche del 10 al 11 de junio de 1194 un incendio arrasó gran parte de la ciudad de Chartres, incluyendo su catedral, de la que sólo se salvó la fachada occidental.
La catedral de Chartres era considerada el centro mariano más importante de Francia, se decía que había sido construida un siglo antes del nacimiento de la Virgen, como respuesta a las profecías de las sibilas y profetas sobre la Virgo paritura, y en ella se conservaba la túnica que se creía había llevado la Virgen al dar a luz a Jesús.

El pueblo quedó conmocionado por la destrucción de la catedral, pero sobretodo, por la pérdida de la reliquia que creían les protegía de todo mal.

El incendio fue considerado un castigo divino, la Virgen les había abandonado y con ella la prosperidad y la seguridad de la ciudad, por lo que en un principio se pensó que no valía la pena su reconstrucción. Aunque pronto cambiaron de opinión, la túnica se había salvado sin sufrir ningún daño debido a que se guardaba en la cripta de la catedral.
Vitral de Notre Dame de la Belle
Verrièrre

Hubo una procesión en la que se mostró la túnica al pueblo que decidió donar todo lo que habían conseguido salvar del incendio para la construcción de una nueva catedral, la Virgen no les había abandonado, había destruido la antigua catedral porque quería que le construyeran una nueva y mejor.

Las obras empezaron en 1194 y finalizaron en 1220, en un tiempo récord para la época. Pero sabemos muy poco de su construcción, los libros de cuentas del siglo XIII de la catedral se perdieron y, posteriormente, se intentó borrar todo recuerdo del incendio y la reconstrucción.

En 1389 apareció la obra Vieille Chronique, en la que se narraba la historia de la catedral y el capítulo de Chartres. El autor, anónimo, aseguraba que la catedral era la misma que había construido el obispo Fulberto en el siglo XI, omitiendo cualquier referencia al incendio de 1194 y su posterior reconstrucción.

Debió ser una persona con un cargo importante o con autoridad suficiente como para hacer desaparecer cualquier documento que contradijera sus teorías, borró toda alusión al incendio de Milagros de la Santísima Vírgen María en la Iglesia de Chartres, una crónica escrita en 1210, en plena reconstrucción de la catedral, por un canónigo de la misma en la que describe el daño y el dolor que había causado el incendio, sobretodo por la pérdida de la túnica.

La obra consiguió una importante reputación y su historia se tomó como verdadera, hasta que en el siglo XIX se realizaron estudios que permitieron conocer la verdadera fecha de construcción, aunque algunos datos quedaron en el olvido, como el nombre del maestro que la construyó.