29 julio 2016

EL INCENDIO DEL ALCÁZAR DE MADRID

En la Nochebuena de 1734 un devastador incendio redujo a cenizas el Alcázar de Madrid, un antiguo castillo medieval que la dinastía de los Austria había convertido en su residencia y sede del gobierno desde 1561.

El Alcázar a finales del siglo XVI
El edificio, construido sobre una fortaleza musulmana del siglo XI, estaba situado en el mismo solar donde hoy se alza el Palacio Real de Oriente.

A lo largo de los siglos fue constantemente ampliado y remodelado, convirtiéndose en un edificio formado por una extraña mezcla de estilos.

Bajo el reinado de los Trastámara se convirtió en un castillo medieval de torres tubulares y empinados chapiteles de pizarra. Carlos I realizó la primera gran ampliación en 1537, creando los patios del Rey y la Reina y una nueva fachada que integraba el escudo imperial entre dos torres medievales.

Felipe II lo convirtió en palacio real al designar Madrid como capital del reino, construyendo la famosa Torre Dorada y decorando los techos con pinturas al fresco y las paredes con una de las mejores colecciones de pintura y tapices del mundo. En 1636, durante el reinado de Felipe IV, se realizó una nueva fachada, buscando la unidad y armonía del edificio.

La última reforma se realizó bajo el reinado de Felipe V, primer monarca de la dinastía Borbón, que remodeló la decoración interior al gusto francés.

El Alcázar en 1710
Aún hoy no se sabe con seguridad cual fue el origen y las circunstancias del incendio, aunque todo apunta que se originó en los aposentos del pintor de corte Jean Ranc, que murió seis meses después sumido en una fuerte depresión.

Carlos V en Mühlberg (1548), Tiziano
Según el relato de Félix de Salabert, marqués de Torrecillas, realizado días después del incendio, un grupo de mozos de palacio se emborracharon y decidieron encender una chimenea, prendiendo por accidente uno de los cortinajes de la estancia, el fuego se extendió a los muebles y a los armazones y artesonados de madera, propagándose rápidamente al resto del edificio.

La voz de alarma se dio a las doce y cuarto de la noche, cuando unos soldados de guardia vieron las llamaradas, y a pesar de que los campanarios tocaron a fuego sólo acudieron los frailes del cercano convento de San Gil, ya que la gente pensó que llamaban a maitines.

Cuando se dieron cuenta del incendio, la población acudió a ayudar, pero por miedo a los saqueos no se permitió abrir las puertas del Alcázar, permitiendo la entrada sólo a los cortesanos y religiosos y decidiendo salvar primero todos los objetos religiosos de la capilla y el dinero, oro y joyas de la familia real, que esa noche no se encontraba en el palacio.

A continuación se intentó salvar el mayor número de cuadros, aunque no fue una tarea fácil debido al tamaño de algunas de las obras, a su ubicación en diferentes alturas y al hecho de que algunos estaban encastrados directamente en las paredes. Cuadros como Las Meninas de Velázquez o el retrato de Carlos V en Mühlberg de Tiziano se salvaron al ser arrancados de sus marcos y lanzados por una ventana.

Pero a pesar de los esfuerzos se perdieron gran cantidad de obras, se calcula que unas quinientas, entre ellas el retrato favorito de Felipe IV que le pintó Rubens y varias obras de Velázquez como La expulsión de los moriscos. También se perdieron las colecciones americanas que incluían las piezas ofrecidas a la Corona por los conquistadores, documentos del Archivo de Indias, las Bulas pontificias y demás papeles de estado.

Copia conservada en los Uffizi del
Retrato ecuestre de Felipe IV (1734) Rubens

Tras cuatro días ardiendo el edificio quedó completamente en ruinas, lo poco que quedó en pie se demolió y se empezó la construcción de un nuevo palacio, encargado al arquitecto italiano Filippo Juvara y siguiendo los gustos de Felipe V.

22 julio 2016

ARTE EN PALMA: ESTATUAS ROMANAS DE LA RAMBLA

En 1613 se decidió desviar el cauce natural del torrente de Sa Riera debido a las sucesivas inundaciones y a los daños que ocasionaba cada vez que se desbordaba debido a las fuertes lluvias.

El nuevo cauce se canalizó por el exterior de las murallas, y en 1784 se aprovechó el antiguo recorrido del torrente para construir un paseo, flanqueado a cada lado por calles para el paso de carruajes.

El paseo llevó el nombre de La Rambla, palabra de origen árabe que se refiere al cauce de un torrente o río, hasta 1938 momento en el que las autoridades lo rebautizaron como Vía Roma, en honor al dictador italiano Benito Mussolini y a la ayuda que las tropas fascistas italianas prestaron al bando nacionalista durante la guerra civil española.

Como parte de este homenaje se decidió también colocar dos estatuas de mármol procedentes de la colección de escultura clásica del cardenal Despuig, adquirida por el ayuntamiento de Palma a sus herederos en 1923.

Las esculturas representaban a los emperadores Julio César (izquierda) y a un joven y deificado Nerón (derecha) que se colocaron sobre sendos pedestales al final del paseo. Allí permanecieron hasta 1942, año en el que se pidió su retirada debido a los daños y deterioro que sufrían al estar expuestas al aire libre.

Las esculturas fueron trasladadas al castillo de Bellver, donde se encontraba el museo Municipal, y se encargó al escultor Horacio de Eguía, escultor vasco afincado en Mallorca, una copia de estas para sustituirlas. Copias que son las que hoy en día vemos al final de La Rambla.

En 1980 el ayuntamiento de Palma decidió devolver al paseo su nombre anterior, aunque dejó un pequeño tramo que mantiene la toponimia de Vía Roma

15 julio 2016

LOS JARDINES COLGANTES DE BABILONIA

En el siglo VII A.C. los asirios dominaban las tierras de oriente, llegando hasta Egipto. En el 612 A.C. una coalición de pueblos, medos, babilonios y escitas, se unió y consiguió derrotar a los temidos asirios conquistando la capital de su imperio, Nínive.

La alianza entre el rey de Babilonia y el rey de Media se habría sellado casando a la hija de éste, Amytis, con el hijo del rey de Babilonia, Nabucodonosor.

El historiador romano Flavio Josefo (s. I D.C.), citando a un historiador anterior, Beroso (s. III A.C.), cuenta que el gran rey de Babilonia, Nabucodonosor II en el siglo VI A.C., por el amor que le profesaba a su esposa, había mandado construir en la ciudad de Babilonia unos magníficos jardines colgantes, ya que ésta añoraba las montañas de Media y su vegetación.

Se conservan diferentes descripciones de los jardines, detalladas por varios historiadores de la antigüedad. Siguiendo las descripciones que estos historiadores hicieron, los ilustradores, antiguos y modernos, representaron los jardines como un zigurat aterrazado en cuyas terrazas crecían árboles e incluso corrían arroyos formando cascadas.

Recreación de los Jardines Colgantes
descubiertos por R. Koldewey
Sin embargo los arqueólogos no han encontrado entre las ruinas de Babilonia ninguna construcción que se asemeje. Lo más parecido que la arqueología ha encontrado, son los llamados Jardines Colgantes, descubiertos por Robert Koldewey en Babilonia, a principios del siglo XX.

Koldewey encontró una serie de estructuras que formaban terrazas, abovedadas, en las que había unos canales por los que circulaba el agua y que formarían una especie de arroyos. El agua era subida desde el río Eufrates a través de un sistema de norias, que permitía que en las terrazas se pudiesen plantar todo tipo de árboles.

La estructura descubierta por Koldewey se parecería a un teatro griego, abierta hacia el interior, con una zona llana, y cerrada hacia el exterior, donde se ubicarían las terrazas. Seguramente estos jardines se encontrarían en el palacio real para disfrute de la reina.

Hoy en día nuevas investigaciones, realizadas por Stephanie Dalley de la universidad de Oxford, afirman que es posible que los Jardines Colgantes de Babilonia no estuvieran en esta ciudad, si no en Nínive y que fueron construidos por Senaquerib (s. VII A.C.), uno de los reyes del imperio Neoasirio.

Se conservan varios testimonios escritos e inscripciones de época de Senaquerib, que hacen referencia a espectaculares obras hidráulicas que servían para llevar grandes cantidades de agua del río Tigris al palacio real de Nínive, además existe una colección de tres relieves, conservados en el museo Británico, que representan el palacio real de Senaquerib en lo alto de una colina artificial, cruzada por riachuelos y cubierta por todo tipo de árboles. También se conservan inscripciones del propio rey, indicando que había plantado en el interior de su palacio especies vegetales de todos los rincones de su extenso imperio.
Relieve asirio del palacio de Senaquerib

Por lo tanto a día de hoy los historiadores manejan tres posibilidades sobre la existencia de los Jardines Colgantes, una primera, sería que los jardines estaban en Babilonia, sin rechazar que en Nínive también existieron unos jardines semejantes. Una segunda, que estaban en Nínive, pero como los griegos no conocían muy bien la geografía de Mesopotamia, confundieron los nombres de las ciudades, y una tercera, que acercaría las dos anteriores, en la que el rey Senaquerib construiría sus jardines en la ciudad de Nínive, y un siglo después, Nabucodonosor II, inspirándose en ellos construiría otros para su mujer en la ciudad de Babilonia.

08 julio 2016

GRANDES OBRAS QUE NUNCA SE REALIZARON

Sombras de la mañana (2012), A. Caro. Maqueta de
parte de la escultura de Park Avenue
· Escultura en Park Avenue (2012), A. Caro

El escultor británico Anthony Caro ideó una gigantesca escultura abstracta que se ubicaría en Park Avenue, Nueva York.

El proyecto de la escultra se hizo cada vez mayor hasta triplicar su tamaño, llegando a tener una extensión de medio kilómetro y aunque el artista tenía todos los detalles planificados, incluido el traslado y el montaje, el proyecto no pudo realizarse debido a la falta de fondos.




· Monumento a la Tercera Internacional (1919-20), V. Tatlin

El artista constructivista, Vladimir Tatlin, ideó una colosal torre de 400 metros de altura que debía levantarse sobre la ciudad de Petrogrado, actualmente San Petersburgo, pero el costo de los materiales, hierro, vidrio y acero, tras la Revolución rusa lo hizo imposible.




· Ebbsfleet Landmark Project (2008), M. Wallinger

En 2009 el artista inglés Mark Wallinger ganó un concurso para el Ebbsfleet Landmark Project, en el que se buscaba un nuevo punto de referencia para la zona.

La obra que diseñó era un enorme caballo blanco pura sangre de 50 metros de altura, pero debido a la falta de fondos este proyecto tampoco pudo realizarse.

01 julio 2016

CAMILLE CLAUDEL

Nacida el 8 de diciembre de 1864 en Fere-en-Tardenois, Francia, Camille fue la mayor de los tres hijos del matrimonio formado por Louis-Prosper, funcionario y Louise-Athenaise, ama de casa y aunque la familia no era rica vivían acomodadamente.

Desde una edad muy temprana Camille se interesó por el modelado en arcilla, convenciendo a los miembros de su familia para que posaran como modelos de sus primeras obras. Esta predisposición para el arte siempre fue alentada por su padre, todo lo contrario que su madre, que siempre lo consideró como un capricho más de su rebelde hija.

Ante esta situación Camille se sintió siempre mucho más cercana a su padre y especialmente a su hermano, Paul, que se convertiría en un reconocido poeta.

Con apenas 15 años ya había realizado sus primeras esculturas importantes, un busto de Napoleón, otro de Bismarck y un conjunto escultórico que representaba a David contra Goliat (todas ellas desaparecidas). Obras que su padre mostró a Alfred Boucher, uno de los escultores más importantes del siglo XIX en Francia, que quedó impresionado por su talento, recomendando que la joven estudiara en una academia de arte.

Camille en 1905
En la Escuela de Bellas Artes de París sólo se admitían hombres, por lo que Camille ingresó en 1881 en la Academia Colarossi, una escuela privada que si admitía mujeres, compartiendo un estudio con otras estudiantes, entre ellas Jessie Lipscomb, con quien compartiría una amistad que duraría toda su vida.

Boucher se interesó por su progreso, acudiendo todos los viernes a su estudio, hasta 1883, año en el que se trasladó a Italia, dejando a Auguste Rodin con el encargo de seguir tutelando a la joven.

Camille conoció a Rodin en 1883, con 19 años, y un año después se convirtió en la ayudante más activa de su taller. Posó y colaboró en muchas de su obras, incluida la monumental Las Puertas del Infierno, convirtiéndose en su musa y amante.

La relación de amor y trabajo entre Claudel y Rodin duró casi 15 años, y estuvo llena de altibajos. Aunque no estaba casado, Rodin, que tenía una larga reputación como mujeriego, mantenía una relación sentimental con Rose Beuret, madre de su hijo, y a quien nunca tuvo la intención de abandonar a pesar de la insistencia de Claudel.

En 1889 la relación entre los amantes había terminado y a partir de ese momento su carrera como escultora prosperó, siendo mucho más productiva. Realizó obras como La edad madura, en la que representó a un hombre entre una mujer arrodillada y suplicante y otra, medio ángel medio bruja, que se lo lleva o La Vague, representando a tres mujeres bañándose, obra que realizó en un nuevo y extraño material, el ónix, además de una gran cantidad de pequeñas obras, todas ellas destruidas por la propia escultora. Trabajaba obsesivamente y destruía todo lo que creaba.

El 1 de marzo de 1913, apenas una semana después de la muerte de su padre, su familia la internó en el sanatorio de Ville-Evrad, siendo trasladad en julio de ese mismo año a Montdevergues. Tenía 39 años y allí pasaría el resto de su vida, a pesar de su recuperación.
Camille Claudel y Jessie Lipscomb en 1929
Camille escribió cartas a su familia y amigos llenas de lucidez e incluso los médicos recomendaron su salida en al menos dos ocasiones, pero la familia siempre se negó, llegando a prohibir las visitas y la correspondencia de quienes no perteneciesen a la familia.

Murió el 19 de octubre de 1943, ocho años antes había escrito, es terrible ser abandonada de esta forma. He caído en un abismo. Vivo en un mundo tan curioso, tan extraño... Del sueño que fue mi vida, esto es la pesadilla.


Jeune fille à la gerbe (1886)

Sakountala (1905) 

La Valse (1889-1905)

Clotho (1893)

La Vague (1897-1903)

L’âge mûr (1899)