26 agosto 2016

BAUHAUS

La Bauhaus (casa en construcción) fue fundada en la vieja ciudad de Weimar, hogar de Goethe y Schiller, considerada la capital cultural del país. Su historia empezó y acabó al mismo tiempo que la República de Weimar.

Sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX, la industrialización alemana e inglesa había originado duras críticas contra el uso de las máquinas y el empobrecimiento de la calidad de los productos.

Uno de estos críticos, John Ruskin, abogaba por volver a los métodos de producción medievales y artesanales en talleres, su amigo y seguidor, William Morris, tomó sus ideas y fundó talleres de trabajo, dando origen al movimiento Arts and Crafts.

Siguiendo estas ideas se empezaron a crear escuelas de artes y oficios en Alemania, en cuyos talleres se producía de manera artesanal objetos útiles para los hogares.

En 1907 se abrió en Weimar, Alemania, una escuela de artes y oficios dirigida por Henry van de Velde, que a diferencia de los ingleses no se oponía a las innovaciones técnicas, idea que compartía con la liga alemana de talleres, que intentaban fusionar la artesanía con la industria.

Silla Wassily, M. Breuer (1925)
El arquitecto Walter Gropius había sido un miembro destacado de la liga y tras finalizar la I Guerra Mundial en 1919, fue nombrado director de la escuela estatal de Weimar, la Bauhaus.

En ese mismo año Gropius publicó un manifiesto en el que expresaba sus ideas sobre la enseñanza de la arquitectura y el diseño, creemos juntos la nueva construcción del futuro que será un todo conjunto, arquitectura, escultura y pintura. El tono revolucionario del manifiesto era fiel al espíritu imperante en la época y a las ideas izquierdistas inspiradas en la revolución rusa de 1917.

La escuela, ubicada en un edificio público ya existente, propiciaba la fusión entre el arte y la artesanía con la vida cotidiana, centrándose en los talleres y en el trabajo de los estudiantes, llamados aprendices.

La mitad de los estudiantes eran mujeres, algo novedoso para la época, aunque su presencia estuvo limitada al ámbito textil, la cerámica y la encuadernación, trabajos históricamente desempeñados por mujeres.

Juego de té, M. Brandt (1924)
Esta primera etapa estuvo fuertemente marcada por el expresionismo del pintor Johannes Itten, que se reforzó con la llegada de nuevos profesores como los pintores Paul Klee o Kandinsky. El cambio llegó con Theo van Doesburg, creador del movimiento De Stijl, que sustituyó la tendencia anterior por la nueva objetividad.

Otro cambio importante fue el paso de la unidad entre el arte y la artesanía, propuesto en 1919, a la unión entre el arte y la técnica. Los motivos de este cambio podrían verse en la dura situación económica de la Alemania de posguerra, las ayudas estatales no cubrían todas las necesidades de la escuela, por lo que Gropius decidió transformarla en un lugar productivo que pudiera autoabastecerse.

Los objetos diseñados en la Bauhaus debían dejar de lado todo fin decorativo, la utilidad debía prevalecer ante todo.

Ante los problemas económicos y el avance de la derecha, Gropius decidió trasladar la escuela a Dessau, una ciudad industrial al norte de Alemania, donde empezó una nueva etapa constructivista, orientada hacia la arquitectura.

Se construyó un nuevo edificio, acorde con las necesidades de la escuela, diseñado por Gropius, a partir de diferentes bloques unidos, y construidos a base de metal, vidrio y hormigón.

La Bauhaus en Dessau
La enseñanza se orientó hacia la arquitectura, Klee y Kandinsky quedaron relegados a impartir clases de pintura. Ya no se intentaba una búsqueda libre e interior de la propia creatividad sino que se habían adoptado metodologías más racionales y funcionales.

En los talleres la producción se dirigía hacia la industria y el diseño para la fabricación de objetos en serie, y se proponía a los alumnos que pensaran como técnicos y no como artistas.

Hitler en una silla diseñada en Bauhaus
En 1928, Gropius dejó la dirección de la escuela en manos del arquitecto Hannes Meyer, director de la sección de arquitectura y abiertamente comunista, lo que le causó grandes enemistades, siendo despedido en 1930.

Su sucesor fue el arquitecto Mies van der Rohe que intentó despolitizar la Bauhaus pero sin alejarse de la tendencia de Meyer orientada hacia la arquitectura.

Con la victoria de los nazis en Dessau en 1932, la Bauhaus tuvo que buscar, por segunda vez, una nueva sede, esta vez en Berlín en una vieja fábrica abandonada. En unas condiciones cada vez más duras, se dejó de lado la producción para la industria y se centró exclusivamente en la enseñanza.

La llegada del nazismo al poder en 1933, conllevó el fin de la Bauhaus. El 11 de abril, la policía llegó con camiones, cerró el edificio y se llevó algunos estudiantes.

El modernismo propuesto por la Bauhaus era visto como una amenaza para la estética nazi, que intentaba un retorno a la tradición, bajo la forma de la sencillez campesina, aunque el verdadero problema no eran los productos sino las ideas, alumnos y profesores eran vistos como peligrosos a los ojos de nazismo.

Los integrantes de la Bauhaus se diseminaron por todo el mundo, concentrándose en Estados Unidos.
La soledad del ciudadano, H. Bayer (1932)
Tras la II Guerra Mundial Dessau quedó bajo el dominio de la Alemania del este y el edificio de la Bauhaus quedó abandonado. En 1976 fue restaurada para conmemorar el 50 aniversario de su apertura en Dessau, y tras la caída del muro, en 1990, volvió a abrir sus puertas como escuela superior de diseño y museo.

En 1996 el conjunto de las edificaciones de la Bauhaus fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

19 agosto 2016

LA DAMA DE ELCHE


La conocida como Dama de Elche fue hallada por casualidad el 4 de agosto de 1897 en el yacimiento de La Alcudia de Elche, Alicante, en un hueco hecho con dos losas de piedra y rellenado de arena. Aunque los arqueólogos dudan que esta fuera su ubicación original, y creen que fue ocultada para preservarla de algún peligro.

Fue descubierta por Manuel Campello, un joven jornalero, y vendida a los pocos días al hispanista y arqueólogo francés Pierre Paris, quien la compró en nombre del museo del Louvre por 4000 francos. Permaneció en el museo, a pesar de los intentos para que regresara a suelo español, hasta 1939 año en el que fue trasladada al castillo de Montauban, al sur de Francia, debido al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

En 1941 tras la derrota de Francia por Alemania y gracias a las buenas relaciones entre el dictador Francisco Franco y el gobierno de Vichy del mariscal Pétain, se consiguió que la Dama de Elche regresase a España junto con otras obras como la Inmaculada Concepción de los Venerables de Murillo y varias piezas del Tesoro de Guarrazar.

Fue depositada en el museo del Prado donde permaneció hasta 1971, cuando pasó a formar parte de la colección permanente del museo Arqueológico Nacional.

La Dama de Elche es una escultura íbera en la que se representa el busto de una mujer, tallada en piedra caliza, procedente de una cantera local, entre los siglos V y IV A.C. Mide 56 cm. de altura y en su espalda se encuentra una cavidad casi esférica de 18 cm. de diámetro y 16 cm. de profundidad, que seguramente tenía como finalidad introducir reliquias, objetos sagrados o cenizas como ofrenda a los difuntos.

Nunca ha sido restaurada, por lo que aún conserva restos de tierra y golpes en la parte inferior que, según algunos arqueólogos, corresponden a una talla tosca en la que se cortó la obra original para reutilizarla. Según esta teoría el busto de la Dama de Elche sería lo único que nos quedaría de una escultura de cuerpo entero, debido a que los íberos, como los griegos y fenicios, concebían el ser humano como un todo indivisible.

También podemos encontrar restos de policromía, que hacen pensar que todo el busto estuvo pintado, algo habitual en la antigüedad. Se encontraron restos de color rojo sobre los labios así como blanco y azul en los ropajes y en análisis posteriores restos de oro.

El busto es el retrato de una mujer ricamente ataviada con una túnica y mantilla, sostenida por una peineta, que cae atravesada sobre su pecho con un gran manto sobre ella y ornamentada con joyas características de los íberos. Aunque no se sabe con certeza a quien representaba, se ha especulado con varias hipótesis, si a una diosa, a una sacerdotisa, una novia engalanada o a una dama de la alta aristocracia e incluso, en el momento de su descubrimiento, se pensó que representaba a un hombre.

En 1995 John Moffit, profesor de la universidad de Florida, publicó Art Forgery: The Case of the Lady of Elche en el que aseguraba que el busto era una falsificación del siglo XIX, aunque posteriormente, en 2005, el CSIC evidenció la antigüedad de los pigmentos y en 2011 a partir del análisis de micropartículas halladas en el hueco posterior del busto, se dedujo que pertenecían a cenizas de huesos humanos de época ibérica.

12 agosto 2016

HISTORIA DE DOS CUADRADOS

El suprematismo fue un movimiento artístico nacido en Rusia en 1915 de la mano de Kasimir Malévich, basado en la abstracción geométrica. Utilizaba formas geométricas básicas, cuadrados, círculos, líneas y rectángulos, y una paleta de colores restringida.

El Lissitzky, pintor, diseñador, tipógrafo y arquitecto ruso, trabajó como profesor en el Instituto de Arte Popular creado por Marc Chagall en Vitebsk, Rusia, donde conoció a Malévich y enseguida se interesó por su arte.

En 1922 publicó un libro infantil, Historia de dos cuadrados, en la que narra la lucha del cuadrado rojo, símbolo del nuevo orden revolucionario, para reconstruir el mundo en contra del cuadrado negro, símbolo del viejo orden. Una clara referencia a la Revolución rusa de 1917 y al triunfo de los bolcheviques.

La historia está formada a partir de figuras geométricas puras y una tipografía poco usual para la época, acabando con un simple más... alentando a los jóvenes lectores a reinventar el mundo por si mismos.


Aquí hay dos cuadrados
Volando hacia la Tierra desde lejos
Y ven - el negro caos
Chocan - todos dispersos
Y sobre el negro el rojo se establece claramente
Así termina, más...

05 agosto 2016

EL TESORO DE PRÍAMO

Schliemann dibujando Troya
A finales de 1860, Heinrich Schliemann, un acaudalado hombre de negocios alemán reconvertido en arqueólogo, decidió emprender una campaña arqueológica tratando de encontrar los restos de la ciudad de Troya y de los héroes descritos en los relatos homéricos.

Algo sorprendente para la época, ya que a finales del siglo XIX todo el mundo consideraba que la guerra de Troya era una leyenda, y que el ciclo troyano y el resto de narraciones que hacían referencia a la ciudad, eran simplemente una invención literaria.

Schliemann por el contrario creía que leyendo con atención las fuentes literarias era posible encontrarla, y con ese fin se trasladó, en 1871, a Turquía. Empezó a excavar en la colina de Hissarlik, tras haber acordado con el gobierno turco sus derechos sobre la mitad de todos los hallazgos, la otra mitad pertenecería al imperio turco otomano.

En apenas tres años ya había excavado buena parte de la colina, encontrando lo que creía era la ciudad de Troya.

Schliemann esperaba encontrarse una ciudad como la que se describía en La Iliada y La Odisea, pero en realidad encontró nueve ciudades superpuestas, con restos que iban desde la época del Imperio romano hasta la primera Edad del Bronce.

Sofía Kastrommenos con
joyas del tesoro
Ninguna de ellas era la gran ciudad destruida por un incendio que buscaba, siendo la conocida como Troya 6, datada entorno al siglo XIII A.C., la más cercana a la cronología y descripciones de La Iliada.

En 1873 ante la imposibilidad de demostrar que había encontrado la ciudad de Troya decidió abandonar las excavaciones. Según cuenta el propio Schliemann, antes de marcharse decidió dar un paseo por el yacimiento con su mujer Sofía, llegando hasta lo que consideraba era el palacio del legendario rey Príamo, padre de Héctor y Paris, donde vieron un reflejo dorado en el suelo, al excavar un poco descubrieron un plato de oro.

Dieron el día libre a los obreros y entre Schliemann y su mujer excavaron la zona, encontrando lo que hoy se conoce como el Tesoro de Príamo, varias vasijas y copas de oro, joyas, barras de plata, un escudo de cobre y espadas.

Según las teorías de Schliemann el día en que los griegos asaltaron la ciudad de Troya, el rey Príamo mandó ocultar el tesoro a los pies de la muralla, salvándolo del saqueo.

Hoy en día se sabe que las piezas fueron encontradas en diferentes excavaciones, y en diferentes tumbas de una necrópolis a las afueras de la ciudad, a parte de que en esos días su esposa se encontraba en Atenas debido a la muerte de su padre.

Tras el descubrimiento el gobierno turco reclamó la parte del tesoro que le correspondía, algo a lo que Schliemann se negó, huyendo a Grecia, donde el caso acabó en los tribunales. El juez dio la razón al gobierno turco, pero aún así Schliemann se negó a entregar la mitad del tesoro, llevándoselo a Berlín y donándolo a perpetuidad y de forma indivisible al gobierno alemán.

El tesoro se depositó en el museo de Protohistoria y Prehistoria de Berlín y allí permaneció hasta la Segunda Guerra Mundial, momento en el que se decidió salvaguardar las piezas en un almacén que se había construido bajo el zoo de la ciudad.

Tesoro de Príamo
Tras la guerra, el ejercito ruso lo descubrió y decidió llevárselo a Moscú, aunque durante el traslado, el tesoro simplemente, desapareció.

Y no se volvió a saber nada de el, hasta que a finales del siglo pasado unos investigadores observaron que en las fotografías que el ejercito ruso había tomado del traslado aparecía una joven arqueóloga, Irina Antonova, que posteriormente se convertiría en la directora del museo Pushkin.

Antonova negó saber absolutamente nada sobre el paradero del tesoro, confirmando que se había perdido tras finalizar la guerra, algo que mantuvo hasta 1993, cuando concedió una entrevista a una publicación rusa, en la que confesó que en realidad si sabía donde se encontraban las piezas del tesoro de Príamo.

Durante cincuenta años habían estado escondidas en una sala subterránea y secreta del museo Pushkin, a la que solo podían acceder ella y un vedel escogido por su fidelidad.

A raíz de esta confesión el estado ruso recibió demandas de tres países que reclamaban la propiedad del tesoro. Turquía reclamaba el cincuenta por ciento que había acordado con Schliemann, Grecia quería el otro cincuenta por ciento ya que eran piezas de origen griego y Schliemann las había sacado ilegalmente del país y Alemania exigía el tesoro en su totalidad, tal y como Schliemann se lo había donado.

Tras varios años de enfrentamientos judiciales, en 1998, el gobierno ruso aprobó una ley mediante la cual todas las obras de arte que se habían llevado de Alemania durante la II Guerra Mundial pertenecían legalmente al estado ruso como compensación por los robos que los nazis habían llevado a cabo en la Unión Soviética.

Tesoro de Príamo
Por lo que hoy en día el tesoro de Príamo se expone en el museo Pushkin de Moscú.