28 julio 2017

LA GIOCONDA DE LEONARDO DA VINCI

La Gioconda (103-19) L. da Vinci
Entre 1500 y 1506, seguramente en 1503, Leonardo da Vinci recibió el encargo de Francesco del Giocondo, un próspero comerciante de telas y sedas florentino, de realizar el retrato de su esposa Lisa Gherardini.

No se saben a ciencia cierta las razones por las cuales Francesco del Giocondo decidió encargar el retrato, aunque se especula con dos eventos acaecidos en 1503, la compra de su primera casa y el nacimiento de su segundo hijo Andrea, en 1502, tras la muerte de su primera hija en 1499. El delicado velo que cubre el pelo de La Gioconda está considerado, por algunos historiadores, como un velo de luto, aunque, según otros historiadores, podría simplemente seguir una moda, de origen español, que había llegado a Florencia.

En aquel momento Leonardo no tenía ninguna fuente de ingresos por lo que decidió aceptar el encargo, aunque al poco de empezar a trabajar recibió un nuevo encargo, pintar un fresco en las paredes del Palazzo Vechio de Florencia, donde plasmaría la desaparecida La Batalla de Anghiari, un trabajo mejor pagado y de mayor prestigio.

Supuesto autorretrato
(1513) L. da Vinci
Leonardo trabajó en la pintura hasta 1506, dejándola inconclusa, pudiendo ser esta la razón por la cual nunca se la entregó a Francesco del Giocondo.

En este mismo año partió hacia Milán, llevándose consigo, entre otras obras, el cuadro de La Gioconda, una obra que lo acompañaría en todos sus viajes incluido el último al Castillo de Clos-Lucé, Francia, bajo el mecenazgo y la protección del rey Francisco I.

Durante todos estos años siguió trabajando en la pintura en la que representó, sobre una delgada tabla de madera de álamo, a la joven Mona Lisa, señora Lisa en italiano antiguo, que a la sazón contaría con unos 25 años, sentada de manera erguida y ligeramente ladeada hacia el espectador, con el brazo izquierdo sobre el reposabrazos de la silla, mientras que la mano derecha reposa sobre aquel, una postura que transmite una impresión de gran serenidad.

En el fondo, enmarcado por dos columnas que apenas pueden apreciarse, aparece representado un paisaje usando la perspectiva aérea y sin un punto de fuga claramente definido, que las últimas investigaciones han señalado como la ciudad de Bobbio, Italia, y en el que destaca la representación del puente Vecchio.

Leonardo dibujó el esbozo del cuadro y posteriormente aplicó el óleo diluido en aceite esencial, lo que le permitió aplicar innumerables capas de pintura en forma de veladuras. La técnica, conocida como sfumato, consiste en prescindir de los contornos netos y precisos típicos del Quattrocento y envolverlo todo en una especie de niebla que difumina los perfiles y produce una impresión de inmersión total en la atmósfera, lo que da a la figura una sensación tridimensional.

Tanto en la comisura de los labios como en la de los ojos, Leonardo, utilizó una técnica de sombreado que le confieren una apariencia completamente realista y una cierta sonrisa.

En relación a la sonrisa, el pintor y biógrafo Giorgio Vasari escribió en 1550, Mona Lisa era muy hermosa, mientras la retrataba, tenía gente cantando o tocando, y bufones que le hacían estar alegre, para rehuir esa melancolía que se suele dar en la pintura de retratos.

Leonardo da Vinci murió en Francia el 2 de mayo de 1519, legando a su discípulo preferido, Francesco Melzi, sus obras, manuscritos, cuadernillos, documentos e instrumentos que mantuvo durante toda su vida.

Tras la muerte de Melzi, Francisco I compró a sus descendientes varias obras de Leonardo, entre ellas La Gioconda quedando así ligada para siempre a Francia.

21 julio 2017

LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO DE DELACROIX: SÍMBOLO DE REVOLUCIÓN

La Libertad guiando al pueblo, La Liberté guidant le peuple, es una obra realizada por el artista francés Eugène Delacroix en 1830 que se ha convertido en un icono mundial de la libertad y la revolución.

Delacroix representó la Revolución de 1830 en Francia, también conocida como Las tres jornadas gloriosas, Trois Glorieuses, y que tuvo lugar los días 27, 28 y 29 de julio.

Se inició debido al descontento del pueblo y en especial de la burguesía ante las reformas políticas llevadas a cabo por rey Carlos X de Francia, en las que, entre otras medidas, suspendió la libertad de prensa y disolvió la Cámara. Los revolucionarios consiguieron derrotar al ejército real y expulsar del trono al último rey Borbón que sería sustituido por Luis Felipe I Orleans.

Ilustración de Chapatté representando la
Primavera árabe (Túnez)
La obra fue adquirida por el estado francés en 1831 y expuesta en el Salón de París de ese mismo año, recibiendo duras críticas por parte del público debido a su carácter revolucionario y a la representación de una mujer semidesnuda.

Fue retirada y no volvió a ser expuesta hasta que, tras la Revolución de 1848, el director del museo del Louvre la reclamó siendo expuesta durante breves períodos, hasta que en 1863, tras la muerte de Delacroix, quedó expuesta definitivamente en una de las salas del museo.

Delacroix, que se mantuvo al lado de los revolucionarios, representó como imagen central de su obra una mujer, la libertad, con el pecho descubierto, la bandera tricolor, fusil con bayoneta y gorro frigio, uno de los símbolos con los que se representa a Marianne, representación alegórica de la República Francesa, guiando hacia la victoria a un grupo de revolucionarios burgueses, soldados, campesinos, entre cadáveres de amos bandos y al fondo, tras una nube de polvo, la ciudad de París.
J. Álvarez y Jorge G. ilustración sobre el 15-M
La obra representa un momento histórico, el levantamiento de barricadas del día 28, pero con una finalidad propagandística muy clara a favor de la revolución que se ha mantenido a lo largo de los años.
Ilustración de Plantu en defensa de la libertad de expresión tras
el atentado contra Charlie Hebdo
Portada de la revista francesa Les Inrockuptibles
representando las manifestaciones durante la crisis en Grecia
Carlota Leading the People, L. Bernard.
Representación de la sublevación de esclavos del ingenio azucarero
Triunvirato liderado por la esclava Carlota

14 julio 2017

RAMON CASAS. LA MODERNIDAD ANHELADA

Ámbar y espuma (1898) R. Casas
Desde el 6 de julio y hasta el 22 de octubre la Obra Social la Caixa, junto con el Consorci del Patrimoni de Sitges y el Museu Nacional d'Art de Catalunya presentan en el CaixaForum de Palma la exposición Ramon Casas. La modernidad anhelada.

La exposición se enmarca en las celebraciones del 150 aniversario del nacimiento de Ramon Casas (1866-1932), un pintor avanzado a su tiempo, bohemio, irreverente y socarrón que se convirtió en un referente del Modernismo catalán de finales del siglo XIX y principios del XX.

En ella se hace un recorrido por la obra del pintor relacionándola con los artistas de su misma época que le influenciaron y por los que se reflejaron en su obra, como Julio Romero de Torres, Joaquín Sorolla, Joaquín Torres García, Pablo Picasso o Santiago Rusinyol.

Ramon Casas velocipedista (1899),
S. Rusinyol
Se reúnen una selección de 88 obras entre las cuales hay realizaciones del artista en diferentes formatos, pinturas, dibujos y carteles, obras de artistas contemporáneos como Picasso y su gran amigo Santiago Rusinyol y 40 fotografías de la época, que ayudan a enmarcar su obra dentro del contexto social y cultural del momento en el que vivió.

La gran mayoría de estas obras provienen de colecciones privadas, aunque también encontramos prestamos de museos españoles y extranjeros como el Museo de Bellas Artes de Burdeos, el Museo Picasso de Barcelona, el Museo de Bellas Artes de Bilbao o el de Córdoba.

Éstas se agrupan en cinco ámbitos temáticos, en un recorrido que se plantea como un juego de espejos, un camino de doble sentido que permite visualizar las influencias, analogías e intereses comunes que existieron entre Casas y otros autores contemporáneos.

Interior del Moulin de la Galette
(1890-91) R. Casas
En el primero de ellos, La construcción de una identidad artística, se muestran los inicios de su carrera como pintor marcada por su decisión de viajar a París con 15 años, una ciudad que marcaría su obra y donde empezó a pintar retratos y autorretratos.

En La pulsión bohemia se profundiza en la relación del artista con la vida bohemia de Barcelona, en especial con la cervecería Els Quatre Gats que siguió el modelo parisino de Le Chat Noir y para el que Casas realizó numerosos carteles, que se exponen junto a otros realizados para diferentes marcas de bebidas.

En La paradoja del artista moderno se nos presenta la atracción de Casas por la temática popular, en especial por las escenas taurinas o tipologías de majas y toreros, unas representaciones alejadas de las corrientes pictóricas internacionales de las que Casas era seguidor y referente.

En La poética de la multitud se muestra la obra Salida de la procesión de Corpus de la iglesia de Santa María que formó parte de una serie de composiciones dedicadas a la denominada pintura de crónica social en las que se deja ver la influencia de la fotografía, especialmente en el uso de un encuadre fragmentario y un marco visual abierto que insinúa una acción continuada.
Salida de la procesión del corpus de la iglesia de Santa María
(1896-98) R. Casas

Por último en Identidades ambivalentes se muestra su habilidad para el retrato, en especial el femenino. Entre las obras expuestas aparecen mujeres sofisticadas y elegantes, mujeres representadas en momentos íntimos y una serie de desnudos femeninos que Casas realizó durante la década de 1890 y en los que también se percibe la influencia de la fotografía.

07 julio 2017

EL BESO DEL HôTEL DE VILLE, ROBERT DOISNEAU

El beso del Hôtel de Ville (1950) R. Doisneau
Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, aparecieron en Europa un grupo de fotógrafos, que empezaron a documentar a través de sus cámaras la lucha de la población por recuperar sus vidas y volver a la normalidad.

Este tipo de fotografía se conoció como fotografía humanista, una rama del fotoperiodismo, que a diferencia de aquel, documentaba la vida ordinaria, como testigo de los gestos y costumbres diarias de la población, ensalzando su dignidad.

Los fotógrafos de este grupo, formado en Francia en 1946 y conocidos como el grupo de los XV, procedían de diferentes ámbitos (moda, arte...), siendo algunos de sus componentes más conocidos Henri Cartier-Bresson, André Kertész o Robert Doisneau.

Essayez nos pedalos (1950)
R. Doisneau
Sus trabajos llegaron al gran público a través de las revistas ilustradas, en auge durante la posguerra debido a que mostraban un mundo alejado de la guerra, presentando como apunta André Gunthert, reportajes sobre la actualidad internacional, los sucesos trágicos, las grandes hazañas deportivas, las alegrías y las penas de las estrellas de cine o la vida mundana de las familias reales…

Robert Doisneau, fotógrafo autodidacta, formado como grabador litográfico y tipográfico, trabajó como fotógrafo industrial y de publicidad hasta que empezó como fotógrafo independiente en 1932. Durante la guerra, como soldado en la resistencia francesa, realizó fotografías de científicos por encargo, y una vez acabada se incorporó a la agencia Rapho, trabajando para diferentes revistas, su fotografía se centró en París y sus habitantes.

Fue el autor de una de las imágenes más icónicas de París, Le baiser de l'hôtel de ville.

En la primavera de 1950, la revista americana Life encargó a la agencia Rapho una serie de fotografías que representasen el amor en París. Doisneau realizó un reportaje, la serie Besos, que ocupó una doble página en la revista con fotografías de jóvenes actores besándose en diferentes lugares de la ciudad, excepto una, que fue tomada fortuitamente.

Le baiser Blottot (1950) R. Doisneau
Doisneau, se encontraba en la terraza de un café, como siempre acompañado por su cámara Rolleiflex, cuando se percató de una joven pareja de enamorados que se besaba mientras caminaba, cogió su cámara e inmortalizó el momento que se convertiría en una de las fotografías más populares de la historia y en una de las más reproducidas, con más de 400.000 copias.

En 1992, una pareja, que aseguraba haberse reconocido como los protagonistas de la imagen, demandaron al fotógrafo por derechos de imagen, reclamándole 100.000 dólares.

En el juicio Doisneau reveló la verdad de la fotografía, mientras estaba en el café vio a una joven pareja besándose y les pidió que posaran para él. Françoise Bornet y, su novio por aquel entonces, Jacques Carteaud, dos jóvenes actores accedieron recibiendo una copia de la fotografía firmada por el propio Doisneu.

Años más tarde, Françoise Bornet vendió su copia de la fotografía por 200.000 euros a un coleccionista suizo.