29 junio 2018

ROBO EN EL MUSEO CHÁCARA DO CÉU

Marina (1880-90), C. Monet
El 24 de febrero de 2006, durante el primer día de celebraciones del Carnaval en Río de Janeiro, cuatro hombres armados entraron en el museo Chácara do Céu robando obras de Pablo Picasso, Salvador Dalí, Claude Monet y Henri Matisse que a día de hoy, 12 años después, siguen desaparecidas.

La coincidencia con las fiestas de carnaval no fue una simple casualidad, los ladrones escogieron el día sabiendo que las calles estarían llenas de gente que dificultarían la llegada de la policía y por la misma razón no habría muchas visitas. Y no se equivocaron.

La Danza (1956), P. Picasso
El robo fue rápido y limpio, en apenas cinco minutos consiguieron desarmar a los guardias de seguridad, que mantuvieron como rehenes junto a otros miembros del personal y varios turistas que estaban visitando el museo, y desactivar las alarmas y el circuito interno de vigilancia.

Los ladrones fueron directamente a por las obras, La danza de Picasso, Dos balcones de Dalí, Marina de Monet, y Los jardines de Luxemburgo, de Matisse, además de una edición de Toros, un libro de grabados de Pablo Picasso.

Todas las obras pertenecían al empresario y mecenas Raimundo de Castro Maya, quien donó la colección a la ciudad de Río de Janeiro junto con su casa, Chácara do Céu, donde se ubicó el museo.

Dos balcones (1929), S. Dalí
La huida fue igual de sencilla, los ladrones vestidos simplemente con vaqueros y camisetas blancas salieron del museo con los cuadros sobre la cabeza uniéndose al ritmo de las comparsas que desfilaban por las calles y desapareciendo.

Poco tiempo después se encontró, en un barrio a las afueras de la ciudad, los restos quemados del paspartú que rodeaba las pinturas. La policía creyó que las pinturas también habrían sido quemadas y abandonó la investigación, aunque el Museo mantiene una recompensa por cualquier pista que conduzca al paradero de las piezas robadas.
Los jardines de Luxemburgo (1903), H. Matisse

22 junio 2018

GUERRA DE COLORES

Anish Kapoor en Instagram

Vantablack, creado por la compañía británica Surrey NanoSystems, es la sustancia más negra que existe actualmente, llegando a absorber el 99,965 por ciento de toda la radiación de luz visible.

Realizado a partir de nanotubos de carbono su uso se destinó básicamente al sector militar y aeroespacial, aunque llamó la atención de todo el mundo, en especial de los artistas que vieron el nacimiento de un nuevo color.

Posteriormente los ingenieros de NanoSystems consiguieron desarrollar una nueva versión de Vantablack, a la que llamaron S-Vis, mucho más fácil de aplicar y que podía utilizarse en el mundo del arte.

De entre todas las peticiones que recibieron decidieron ofrecer los
Stuart Semple en Instagram
derechos exclusivos del
Vantablack, por una cifra desconocida, al artista Anish Kapoor algo que no fue muy bien recibido por parte de otros artistas.

Uno de ellos, Stuart Semple, decidió responder al pacto egoísta poniendo a la venta una pintura rosa ultra fluorescente, creada por él mismo, y considerado el rosa más rosado del mundo, The World's Pinkest Pink.

Para adquirilo, 3,99 por unos 51 gramos, hay que asegurar que no eres Anish Kapoor, que no lo compras para él y que de ninguna manera llegará a sus manos.

Los artistas empezaron a comprar el rosa para usarlo en obras que subieron a las redes, compartiéndolas con el hastag #sharetheblack, comparte el negro, como forma de protesta por el uso exclusivo del Vantablack.

Semple ha continuado creando colores Black 2.0, Yellowest Yellow, Greenest Green y Loveliest Blue, también a la venta y prohibidos para Kapoor.

Mientras que Anish Kapoor aún no ha realizado ninguna obra utilizando el negro Vantablack, ya sea por la dificultad de su aplicación o por lo reducido de su producción.

15 junio 2018

JEFF KOONS Y SUS “BALLOON DOGS”

Balloon dog (1994)
Tras estudiar pintura en el Instituto de arte de Chicago y licenciarse en Bellas Artes en el Maryland Institute College of Art (MICA) se trasladó a Nueva York donde empezó a trabajar en el museo de Arte Modeno (MoMA).

En 1980 dio un cambio radical a su vida y empezó a trabajar como corredor de bolsa en Wall Street, aunque sin dejar de lado el arte.

Su carrera como artista empezó a ser reconocida a mediados de los años ochenta tras su primera exposición individual, The equilibrium Series, en la International with Monument Gallery de Nueva York, en la que presentó tanques llenos de agua en los que sumergía balones de baloncesto.

Poco tiempo después abrió un estudio, más parecido a un taller, en un loft del SoHo con 30 asistentes. Posteriormente ocupó una nave de 1500m2 en el barrio de Chelsea en el que trabajaban una media de 90 a 120 asistentes que se regían por un sistema de color por números, desarrollado por Koons, para que los lienzos y esculturas que realizaban pareciesen hechos por una sola mano.
El arte de Koons está lleno de controversia, algunos críticos de arte lo califican de Kitsch y comercial, siendo etiquetado como neo-pop o post-pop, un movimiento de los años 80 que nació como reacción al minimalismo y conceptualismo en boga en la década anterior.

En 1994 creó la serie Celebration esculturas de grandes dimensiones realizadas en acero inoxidable y acabadas con una capa de color translúcido que representan perros realizados con globos, Balloon Dog, corazones de San Valentín, Hanging Heart, flores, Balloon Flower,...

Según Koons a través de esta serie buscaba reflejar la felicidad de celebrar una fiesta por lo que infló globos hasta encontrar la forma perfecta, un perro, para posteriormente realizarla a gran escala.

Existen cinco versiones del Ballon Dog de unas dimensiones de 307,3x363,2x114,3 cm. y realizadas en diferentes colores azul, magenta, naranja, rojo y amarillo.

Estas obras son las más reconocidas del artista y también de las más rentables, Balloon Dog (naranja) se subastó en Christie's por 58,4 millones de dólares, rompiendo el récord mundial de la obra de arte más cara vendida de un artista en vida y actualmente se encuentran en manos de los mayores coleccionistas privados. 

08 junio 2018

LA BÚSQUEDA DE LA ÚLTIMA CENA DE LEONARDO


Entre 1495 y 1497 Leonardo da Vinci pintó para el refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie en Milán una de sus obras más conocidas La última cena.

Un mural encargado por su patrón el duque Ludovico Sforza en el que empleó una nueva técnica, utilizando sobre varias capas de yeso pintura al óleo, esto le permitió trabajar más despacio y conseguir unos colores más brillantes, pero la pintura no se adhirió y al poco tiempo empezó a desprenderse. Tampoco ayudó a su conservación la humedad que provenía de la cocina y del subsuelo.

Para intentar frenar su deterioro y mantener la pintura fue sometido a numerosas restauraciones, pero a pesar de todos estos intentos hoy en día apenas queda un 20 por ciento de la pintura original, algo que dificulta el poder comprender el impacto que causó en su momento.

Aunque esto puede cambiar ya que dos autores, Jean Pierre Isbouts y Cristopher Heath Brown, aseguran a través de un cortometraje documental The search for the last supper, La búsqueda de la última cena, haber encontrado en una remota abadía de Tongerlo, Bélgica, una desconocida copia del mural en la que se pueden apreciar los colores y tonos brillantes que contemplaron y admiraron sus coetáneos.
La última cena (copia), C. da Sesto (1477-1523)
Según los autores la copia, sobre lienzo y del mismo tamaño que el original, fue realizada en el mismo taller de Leonardo en 1507, supervisada por uno de sus discípulos Andrea Solario, quien había estado en Milán mientras Leonardo completaba la versión original, por encargo del rey Luis XII de Francia, quien había tomado Milán en el verano de 1499.

El rey, según Giorgio Vasari, visitó el monasterio de Santa Maria della Grazie y quedó fascinado por la pintura, esperando poder llevársela con él a Francia, algo imposible debido a que estaba pintada sobre una pared por lo que, según Isbouts y Brown, encargó al propio Leonardo una copia que si podría transportar.

Para estas afirmaciones se basan en una carta encontrada en los archivos de Florencia y fechada en enero de 1507, en la que el rey Luis XII escribe: necesitamos a Leonardo, y un inventario de 1540 del gobernador de Milán en Gaillon, Francia, en el que se incluye una Última cena sobre lienzo con figuras monumentales que el rey trajo de Milán.
La última cena (1495-97), L. da Vinci
Posteriormente la obra fue comprada por la abadía de Tongerlo, siendo identificada por el abad como un trabajo de Leonardo.

Según los expertos a quienes Isbouts y Brown han mostrado la obra, esta fue realizada por el taller de Leonardo, aunque las figuras de Jesucristo y San Juan podrían ser obra del propio Leonardo.

A través del documental se intentará recaudar fondos para la restauración del lienzo, que aunque se encuentra en un mejor estado que el original, sufrió daños significativos durante un incendio en la abadía en 1929.

01 junio 2018

EL ÁNGEL SONRIENTE DE LA CATEDRAL DE REIMS

Fotografía de 1918
En 1211, Aubry de Humbert, arzobispo de Reims colocó la primera piedra que iniciaría la construcción de una nueva catedral, destinada a sustituir a la antigua, de época carolingia, que había sido destruida por un incendio el año anterior.

A finales del siglo XIII la construcción ya estaba prácticamente acabada, sólo faltaba la fachada occidental, que se levantó durante el siglo XIV, aunque siguiendo los diseños realizados en el siglo anterior.

La rapidez con la que se realizaron las obras de construcción se debieron a la importancia de la ciudad de Reims como centro comercial de la región y al simbolismo político que había alcanzado como testigo de importantes sucesos históricos.

Juana de Arco en la coronación de Carlos VII en
Reims
(1865), L. Bakalowicz
En la Navidad del año 496, Clodoveo I, rey de todos los francos y fundador de la dinastía merovingia, eligió la pequeña iglesia de Reims para ser bautizado, convirtiéndose al cristianismo junto a otros 2.000 francos, por el obispo de la ciudad, St. Rémi. Posteriormente, en el año 816, otro rey, Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, también la elegiría para su consagración como emperador.

En el siglo XIII Luis IX decretó que todos los monarcas franceses debían ser ungidos en Notre-Dame de Reims, y así fue durante quinientos años, siendo Carlos X el último rey de Francia en ser coronado en la catedral, que también fue testigo en 1429 de la llegada del delfín de Francia, futuro Carlos VII, escoltado por una joven adolescente vestida con armadura y líder de un ejército, Juana de Arco.

Durante la república Reims no perdió el poder que había alcanzado a lo largo de los siglos gracias al importante papel jugado por su catedral y prueba de ello fue el enfurecimiento de los franceses cuando la ciudad fue tomada y saqueada por los prusianos en 1870, y que aplaudieron la decisión de los aliados al elegirla como lugar para recibir la rendición de Alemania en mayo de 1945.

Aunque entre estos dos momentos ocurrió el peor en la historia de la ciudad.
Bombardeos alemanes sobre la catedral de Reims
En agosto 1914, durante la I Guerra Mundial, las tropas alemanas invadieron Reims, convirtiendo la catedral en un hospital para sus tropas, siendo reconquistada un mes después por el ejército francés. Los alemanes abandonaron la ciudad pero se mantuvieron a escasa distancia y con los cañones apuntando directamente a la ciudad.

El primer proyectil fue lanzado el 19 de septiembre de 1914.

Gran parte de la catedral estaba rodeada por andamios de madera llenos de sacos de arena, que el arquitecto del templo, Max Sainsaulieu, había colocado como medida de protección para las estatuas que no habían podido ser trasladadas. Con el impacto de las bombas los andamios se incendiaron extendiendo el fuego hasta el techo, de roble y plomo, que se derritió fluyendo a través de las gárgolas hacia las calles y por las grietas del tejado hacia el interior de la catedral prendiendo fuego a la paja, dejada por los alemanes, y los bancos de madera.

Gran parte de la catedral fue destruida, incluido el ángel sonriente, l'ange au sourire, en el portal izquierdo de la fachada principal, que representa al arcángel San Gabriel.

Durante el incendio se desplomaron varios trozos de la parte alta de la fachada principal provocando la decapitación del ángel cuya cabeza cayó al suelo y se rompió en varios pedazos. Tras el incendio, el abad Thinot, recogió los restos y los guardó en los sótanos del arzobispado, quedando olvidados hasta que M. Sainsaulieu los descubrió en 1915 convirtiéndolo en un símbolo de la destrucción del patrimonio francés por parte del ejército alemán.

Tras finalizar la guerra se decidió restaurar la escultura a partir de los fragmentos originales y de moldes conservados en el museo de los Monumentos Franceses, colocándose en el mismo lugar en el que había estado por más de 600 años el 13 de febrero de 1926, convertido ya en un símbolo de la ciudad.