A
lo largo de la historia el Partenón ha sufrido constantes cambios,
daños y pérdidas que han dejado un edificio prácticamente en
ruinas.
Su
historia se inició poco después de la batalla de Maratón (490
A.C.) con el intento de construir un primer santuario dedicado a la
diosa Atenea Parthenos, en el mismo lugar que el actual, en la
Acrópolis de Atenas.
En
el 480 A.C., mientras se estaba construyendo, los persas invadieron
la ciudad arrasando la acrópolis y destruyendo el templo, que no se
volvería a reconstruir hasta el 447 A.C. gracias al trabajo de
reconstrucción de la Acrópolis impulsado por Pericles.
La
obra fue encargada a los arquitectos Ictino y Calícrates aunque bajo
la supervisión del escultor Fidias, que se encargó también de
realizar la gran escultura criselefantina de la diosa Atenea,
protectora de la ciudad y a quien se dedicó el templo.
Fidias mostrando el friso del Partenón a sus amigos (1868) L. Alma-Tadema |
Los
primeros daños se iniciaron durante la dominación romana, algunas
de las estatuas y decoraciones fueron adquiridas por ilustres
visitantes y trasladadas a Roma. También fueron importantes los
daños ocasionados por un incendio en el siglo III que destrozó el
techo de madera.
Aunque
fue con la llegada del cristianismo que el Partenón sufrió su mayor
transformación. A finales del siglo IV el emperador Teodosio,
mediante el edicto de Tesalónica, declaró el cristianismo como
religión oficial y prohibió el culto a los dioses paganos, por lo
que el Partenón pasó a estar bajo la advocación de la Virgen María.
Durante
este período como iglesia cristiana, el Partenón perdió parte de
su decoración considerada profana y sufrió importantes cambios
estructurales. Se cerraron los lados mediante la construcción, entre
las columnas, de un muro, se anuló la entrada a la cella, donde se
levantó un altar y un pequeño ábside, y se abrió una nueva
entrada junto a la que se construyó una torre que servía de
campanario.
Con
la invasión turca en 1456, la iglesia pasó a ser una mezquita, el
campanario se transformó en un minarete, el ábside en mihrab y los
mosaicos y pinturas que decoraban el interior fueron blanqueados.
Otro
episodio importante en la destrucción del edificio fue en 1687,
durante el sitio de la República de Venecia a Atenas. Los turcos
utilizaron el Partenón como almacén de pólvora que explotó cuando
fue bombardeado por las tropas venecianas destruyendo gran parte del
templo, el techo, columnas, muros...
Un
destrozo que aumentaría con el intento del general veneciano
Francesco Monsori de llevarse algunas de las esculturas del frontón
oeste, que acabaron cayendo y rompiéndose.
Grabado explosión Partenón (1707) F. Fanelli |
Tras
varios meses en Atenas los venecianos abandonaron la ciudad que
volvió a manos de los turcos. Éstos volvieron a erigir una
mezquita, usando partes del templo derruido que también sirvieron
para la reconstrucción de otros edificios y como recuerdo de
viajeros que se llevaban pequeñas piezas de escultura e incluso
metopas y trozos del friso.
El
último gran daño sufrido por el Partenón fue en 1801 cuando Lord Elgin consiguió el permiso del sultán Selim III para acceder a la
Acrópolis y hacerse con gran parte de la decoración, estatuas
procedentes de los frontones, metopas y gran parte del friso que
quedaba.
Tras
su independencia en 1831, Grecia intentó reconstruir la acrópolis,
limpiando y restaurando los edificios y exponiendo en un museo
fragmentos y piezas artísticas, sin dejar de reclamar las partes del
Partenón que se encuentran dispersas en varios museos europeos,
sobretodo la colección de mármoles del British Museum.