La
mañana del 22 de agosto de 1911 el pintor Louis Béroud entró en el
salón Carré donde se exhibía el cuadro, descubriendo su ausencia.
En un principio no se le dio mayor importancia, según los vigilantes
podía estar en el estudio fotográfico o en las salas de los
conservadores, pero tras comprobar que no era así se dio la voz de
alarma, el cuadro había sido robado. La policía empezó la
investigación, el museo cerró sus puertas durante una semana y la
noticia del robo de la obra de Leonardo dio la vuelta al mundo,
dándole una popularidad hasta niveles insospechados, hasta el punto
de que buena parte de la fama que tiene hoy en día se debe a este
suceso.
Pocos
días después del robo llegó a la redacción del diario parisino Le
Journal Honoré-Joseph Géry, bajo el seudónimo de barón d'Ormesan
explicó lo fácil que era robar en el Louvre y como cuatro años
antes él mismo había robado unas estatuillas íberas. Tras esta
confesión la policía lo tuvo claro, el affaire de las estatuillas y
el robo de La Gioconda tenían el mismo autor. Géry fue detenido y
confesó haber robado las estatuas por encargo del poeta Guillaume Apollinaire, de quien era amigo y secretario personal.
Al
saber de la confesión, Apollinaire entró en pánico, llamó a su
amigo Pablo Picasso, quien había comprado las estatuillas íberas
por 50 francos, y lo puso en antecedentes, al ser extranjeros un
delito como éste podía significar la extradición y el final de sus
carreras. Por aquellas fechas Picasso pasaba una temporada en el sur
de Francia con Georges Braque, juntos trabajaban en los inicios del
cubismo, pero para Picasso era más importante regresar a París,
debía deshacerse de las estatuillas que aún seguía guardando en su
taller de Montmatre. Su primera intención fue tirarlas al Sena,
finalmente decidió entregarlas en la redacción del diario Le
Journal.
Recuperación de La Gioconda |
Picasso
fue puesto en libertad al día siguiente de su detención, había
devuelto las obras y aseguró ignorar que habían sido robadas, algo
difícil de creer. Las piezas habían llegado a su poder poco después
de haber quedado fascinado por la exposición en el Louvre de los Relieves de Osuna y era conocido por comprar objetos “sin
preocuparse de su origen”. También negó conocer a su amigo, nunca
antes lo había visto. Por el contrario Apollinaire pasó tres días
detenido y llegó a ser encarcelado en la prisión de La Santé, fue
juzgado y absuelto pero su nombre salió en la prensa y sufrió
escarnio público, algo que le dejó marcado.
Estos
hechos rompieron la amistad de los artistas para siempre.
Pablo
Picasso no volvió a hablar del tema hasta años después, aunque
siguió negándolo todo y acusando al poeta, recuerdan el caso en el
que estuve involucrado cuando Apollinaire robó unas estatuillas del
museo del Louvre. Eran ibéricas...
En
cuanto a qué pasó con La Gioconda, fue robada la mañana del 21 de
agosto de 1911 por Vincenzo Peruggia, un exempleado del museo que la
guardó durante algo más de dos años en su pequeño apartamento
parisino, hasta que decidió vendérsela al anticuario Alfredo Geri
en Florencia. Geri acudió a la cita junto a su amigo Giovanne Poggi,
director de la Galleria degli Uffizi, y ambos comprobaron la
autenticidad de la obra. Peruggia fue detenido y juzgado. La Gioconda
regresó al Louvre y las teorías sobre las razones del robo
empezaron.