Estos
días hemos podido leer en la prensa la noticia de que La Lonja de Palma abrirá sus puertas para ser visitada de forma gratuita hasta
el próximo 19 de mayo, fecha en la que se iniciará el montaje de
la exposición del escultor británico Tony Cragg.
El
edificio ha permanecido cerrado durante dos años, desde que finalizó
su restauración, abriendo únicamente para las exposiciones de los
artistas Fabrizio Plessi y Bernardí Roig. Su abertura viene dada,
entre otras razones, por la presión ejercida por el grupo
parlamentario MÉS, que respaldado por asociaciones como ARCA,
presentó una propuesta al Parlament y al ayuntamiento de la ciudad
para que se buscara una fórmula que permitiera abrirla al público
ya
que, según su propuesta, supondría un
atractivo más para la desestacionalización y mejoraría la sintonía
entre cultura y turismo.
La
abertura de La Lonja permitirá poder contemplar los trabajos de
restauración realizados por Pere Rebassa. Estos trabajos se han
realizado a lo largo de tres años, en dos fases diferentes,
quedando pendiente la tercera, en la que se restaurarán las
esculturas exteriores.
La
primera fase de la restauración se centró en reparar los graves
problemas de humedad del edificio, derivados de la cubierta, y en la
limpieza de las paredes, afectadas por la polución, las inclemencias
del tiempo y anteriores restauraciones.
Los
trabajos más significativos se llevaron a cabo en la cubierta del
edificio, recuperando la idea original de Guillem Sagrera, una azotea
semiplana. En su proyecto, esta azotea, debía ir rematada con otro
tejado superior de manera que formase una galería de ventanales,
pero debido a los problemas con los mercaderes por los costes de las
obras, Sagrera decidió dar por finalizada la obra, marchándose a
Nápoles para emprender las obras de reforma del Castel Nuovo. De esta
manera La Lonja se quedó con esta primera cubierta, lo que provocó
continuos problemas de humedad que en el siglo XVIII se intentaron
solucionar mediante un tejado a cuatro aguas cubierto de tejas, algo que según Rebassa
no
permitía comprender el edificio adecuadamente,
por lo que, como hemos dicho, se restauró la cubierta semiplana de
Sagrera, con las pendientes para la evacuación del agua a través de
las gárgolas, impermeabilizándola y colocando un embaldosado
cerámico que permitirá su visita.
Por
otra parte se realizó la limpieza de las paredes, cubiertas por una
capa de suciedad que no permitía
respirar a
la piedra, compuesta por una piedra de Santanyí, en las paredes, y
de Solleric, más blanquecina en las bóvedas.
Azotea de La Lonja, antes y después de su restauración. |