EL GRITO DE MUNCH


Hace veintiún años, el 12 de febrero de 1994, Pal Enger, robaba de la Galería Nacional de Oslo la versión más conocida de El Grito de Munch.

Sobre las seis y media de la madrugada, aprovechando la poca seguridad debido a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Lillehammer, Enger accedió por una ventana a la primera planta de la Galería Nacional, usando una simple escalera de madera. En apenas 50 segundos cortó el cable del que colgaba, salió y desapareció, dejando tras de si una nota en la que había escrito, muchas gracias por la mala vigilancia.

Tres meses después fue capturado y la obra fue recuperada en la habitación de un hotel.

Realizada en 1893 es la primera de las cuatro versiones que Munch realizó de El Grito, dos de ellas se conservan en el Museo Munch de Oslo y la cuarta pertenece a una colección privada.

Munch, máximo representante del expresionismo noruego, empezó a gestarlo una tarde de 1892 describiendo ese momento en su diario, paseaba por un sendero con dos amigos – el sol se puso – de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio – sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad – mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.

La Desesperación, 1893
Un año más tarde realizaba una obra que tituló La Desesperación, en la que intentaba representar la experiencia vivida que, según algunos autores, podría haber ocurrido en el mirador de la colina de Ekeberg, lugar desde donde se podía contemplar la ciudad de Christiania (Oslo) y el manicomio en el que una de sus hermanas estuvo internada. Un lugar en el que se habían sucedido varios suicidios, entre ellos el de un amigo del pintor.

Munch no quedó muy satisfecho con la obra y realizó una nueva versión, también titulada La Desesperación, bastante similar a la anterior aunque más sombría, la figura principal dejaba de contemplar el paisaje para mirar de frente, con una expresión en la que intentó plasmar la desesperación.
La Desesperación, 1893

Esta nueva obra siguió sin convencer al artista que realizó un nueva y definitiva versión en 1893 que tituló El Grito, en ella la figura principal pierde humanidad y se lleva las manos a la cabeza abriendo la boca para gritar, transmitiendo desesperación y angustia, sentimientos muy cercanos al autor, que poseía una personalidad conflictiva y en ocasiones desequilibrada, que él consideraba base de su genio.

Entre 1893 y 1910 realizó tres copias de la misma obra utilizando diferentes técnicas, desde el óleo a la tempera sobre cartón. En 1895 realizó una litografía, lo que permitió reproducir el cuadro en revistas y periódicos.


Versiones y litografía de El Grito