Una
de las mujeres más misteriosas y poderosas del antiguo Egipto,
Nefertiti, la belleza ha llegado, fue
la gran esposa real del faraón Ajenatón,
gobernando Egipto junto a él y, según algunos historiadores, tras
la muerte de su marido de
forma solitaria bajo el
nombre de Smenkhare.
Vivió
en una época de gran agitación cultural, religiosa y política,
siendo borrada de la historia
de Egipto, al igual que todos
los cambios que se introdujeron durante el conocido como período de Amarna, tras
la muerte de su marido y la vuelta del
culto al
dios Amón.
No
fue hasta principios del siglo
XX que el
nombre de Nefertiti volvió
a tomar importancia,
cuando
el
egiptólogo alemán Ludwig Borchardt, al
frente de la Deutsche Orient-Geselllchaft,
Compañía alemana de oriente,
llevó acabo una serie de campañas arqueológicas en
la ciudad creada por el
matrimonio real, Ajetatón.
Durante
las excavaciones hallaron el taller del
escultor real Tutmose, donde encontraron moldes, modelos y estudios
realizados por el artista y que quedaron olvidados
cuando la ciudad fue abandonada, entre ellos se encontraba el busto de Nefertiti, enterrado boca abajo entre montones de arena.
Hallazgo del busto de Nefertiti |
El
busto, de 48 cm. de altura,
se realizó a
partir de un núcleo de piedra caliza tallado
y recubierto
por diferentes capas de estuco policromado, proporcionándole
un efecto más realista.
El
rostro busca la simetría, que se rompe debido al
ojo izquierdo, que carece de la incrustación de
cuarzo. En un principio se pensó que se habría desprendido debido
al deterioro y el paso de los años por lo que Borchardt ofreció una
recompensa a quien lo encontrase, pero
el ojo nunca apareció,
abriéndose
un gran abanico de conjeturas.
Según
algunos arqueólogos, debido
al culto a Amón, que implicaba mirar directamente al sol, la reina
habría perdido el ojo, tras verse rechazado en sus insinuaciones
amorosas, el escultor real se vengó representándola tuerta, el
busto era un modelo para enseñar a los aprendices como se
trabajaba...
Pero
análisis posteriores
demostraron que el ojo izquierdo era liso y sin rastro de cera de
abeja, material con el que se pegó el ojo derecho, por lo que nunca
se incrustó, lo que ha
llevado a pensar que se trataría de un modelo para los retratos
oficiales, por lo que no
haría falta que tuviese un acabado perfecto.
Se
la representó con su característica corona azul y un largo cuello
que aportan mayor esbeltez y estilización al busto, reflejando
un estilo más cercano al arte egipcio clásico y
alejándose de las
excentricidades del estilo amarniense.
En
2009 se realizó una tomografía axial
computerizada (TAC)
revelando, que bajo la superficie de estuco liso y policromado, el
escultor Tutmose talló en piedra caliza un rostro mucho más
realista, con arrugas en el
cuello y alrededor de la boca, y una nariz imperfecta, rasgos que
fueron corregidos a base de capas de estuco de diferente grosor.
Fotografía realizada en 1912 |
Tras
su descubrimiento, el 6 de diciembre de 1912, Borchardt se reunió
con un alto funcionario egipcio para dividir los hallazgos
arqueológicos con el gobierno de
Egipto, pero sabedor de la
importancia de su hallazgo, presentó ante el funcionario una
fotografía en la que apenas
se podía apreciar el busto, consiguiendo
que fuese parte de la porción Alemana.
El
busto pasó a formar parte de la colección privada de Jacques Simon,
patrocinador
de la expedición, quien lo
mantuvo expuesto
en su residencia privada durante once años, hasta que en 1923 fue
expuesto al público en el
museo de Dahlem, Berlín, en
parte como respuesta al
descubrimiento, un año antes, de la tumba de Tutankamón por el
inglés Howard Carter.
Desde
su exposición al público el gobierno egipcio exigió su devolución
alegando que fue sacado de
forma ilegal, ya que las autoridades egipcias fueron engañadas, algo
a lo que Alemania se opone radicalmente.