Los
museos no pueden considerarse centros de alta seguridad donde las
obras que son expuestas están libres de cualquier peligro, de hecho
sólo unas pocas están protegidas tras cristales antibalas, a la
mayoría sólo las protege un fino cordón y algunas han sido
víctimas de diversos ataques.
La Ronda de noche, (1640) Rembrandt |
Una
de las obras más dañadas ha sido La Ronda de noche,
realizada por Rembrandt en 1640
y actualmente en el Rijksmuseum de Ámsterdam. Recibió el nombre en
el siglo XIX debido a que estaba tan deteriorada y oscurecida por la
oxidación del barniz y la suciedad que parecía una representación
nocturna, aunque cuando se restauró en 1947 se descubrió que la
acción transcurría de día, en un portalón en penumbra al que le
llega un potente rayo de luz.
En
1715, debido a sus grandes dimensiones, se cortó una franja en el
lado izquierdo y en la parte superior para
poder instalarlo en el ayuntamiento de
la ciudad. En
1911 ya en el Rijksmuseum recibió una cuchillada, de un antiguo
cocinero de la marina, aunque la sólida capa de barniz impidió que
sufriera ningún daño.
Dánae (1636), Rembrandt antes de la restauración |
Posteriormente,
en 1975, sufrió otro ataque, esta vez un profesor, que aseguraba
haber sido obligado por Jesús, atacó la obra con un cuchillo
haciéndole numerosos cortes en zig-zag, y aunque fue restaurado con
éxito aún quedan marcas que
recuerdan el ataque.
La
última agresión se produjo en 1985 cuando un visitante roció la
pintura con ácido sulfúrico, aunque gracias a la rapidez de los
guardias de seguridad que pulverizaron agua sobre el ácido sólo
resultó dañado el barniz.
Dánae tras la restauración |
En
ese mismo año otra obra de Rembrandt, conservada en el museo del Hermitage de San Petersburgo, Dánae,
fue también acuchillada y
rociada con ácido sulfúrico por un visitante.
En
1914, Mary Richardson, una activista del movimiento sufragista, como
protesta por la detención de una compañera, entró en la National Gallery de Londres y propinó siete cuchilladas en la espalda de La Venus del espejo de Velázquez.
Otras
obras
dañadas
debido a una protesta fueron dos, de las ocho versiones, de La Fuente de Duchamp. En
1993 Pierre Pinoncelli, un artista que realizaba acciones
provocadoras, orinó en La Fuente para
posteriormente emprenderla a martillazos contra la obra en una
exposición en Nimes, al sur de Francia, un acto que volvió a
repetir en el Centro Pompidou de París en 2006.
La Venus del espejo (1647) D. Velázquez |
El
artista explicó que su intención era extraer una obra de arte
radical del académico mundo de los museos, la hice fresca
y nueva, creé algo nuevo, algo que Duchamp habría aprobado.
La Mona Lisa hoy en día es
una de las obras de arte más protegidas, aunque no siempre ha sido
así y,
a parte del robo que sufrió en 1911,
ha sido objeto de varios ataques.
La Gioconda (1503-19) L. da Vinci |
En
1956 un hombre roció con ácido la obra, dañando la parte inferior.
Pocos meses después, en diciembre, un artista de origen boliviano le
lanzó una piedra lo que provocó que se dañara la pintura a la
altura del codo izquierdo.
En
1974, mientras estaba expuesta en el Museo Nacional de Tokio, una
mujer la roció con un spray de pintura roja, aunque no le causó
grandes daños. A partir de ese momento se decidió protegerla con un
cristal antibalas, algo que no desalentó a una mujer rusa, que en
2009 le arrojó una taza furiosa por no haber conseguido la
nacionalidad francesa.