RUBENS Y LA DECORACIÓN DE LA TORRE DE LA PARADA

Apolo persiguiendo a Dafne (1636-38),
T. van Thulden
La exposición Arte y mito. Los dioses del Prado, hasta el próximo 18 de febrero en el CaixaForum de Palma, muestra gran parte de las obras realizadas para la decoración de la Torre de la Parada, encargadas a Rubens a mediados del siglo XVII por el rey Felipe IV.

La Torre de la Parada fue un pabellón de caza ubicado a las afueras de Madrid, en el monte del Pardo, mandado construir en 1547 por Felipe II, siendo aún príncipe, al arquitecto Luis de Vega, quien construyó un edificio de marcada verticalidad en mampuesto y ladrillo.

A mediados del siglo XVII Felipe IV, gran amante de la caza, decidió emprender una importante reforma, tanto arquitectónica como decorativa, que transformó el edificio.

Vulcano y el fuego (1636-38), P.P. Rubens
Las obras se encargaron al arquitecto real Juan Gómez de Mora, mientras que la decoración fue encargada a varios pintores, la mayoría españoles y flamencos, como Velázquez, que realizó retratos de la familia real con el atuendo de cazador y los retratos de los filósofos Esopo y Menipo, o Vicente Carducho que se encargó de la decoración del oratorio.

Aunque el conjunto de obras más importantes fue el que formaban los sesenta y tres lienzos de gran formato con escenas mitológicas encargados a Rubens, que en aquel entonces era el pintor más prestigioso de Europa.

Para hacer frente al encargo, Rubens decidió dividir el trabajo entre su taller y otros artistas flamencos como Jacob Jordaens, Peeter Symons, Jan Cossiers o Theodoor van Thulden.

Las escenas representadas seguían en su mayoría el relato de la Metamorfosis de Ovidio, aunque también se incluían escenas de la vida de Hércules y representaciones de figuras alegóricas y de los filósofos Heráclito y Demócrito.

La caída de Faetón (1636-38), J.C. Van Eyck
Rubens realizó todos los bocetos del ciclo sobre pequeñas tablas de madera de roble, a partir de los cuales los artistas debían realizar las obras definitivas que firmaban con su propio nombre, como Baco y Ariadna de Erasmus Quellinus o Apolo persiguiendo a Dafne de Theodoor van Thulden. Rubens se encargó también de realizar varias obras, de las que sólo nos han llegado catorce, como Vulcano, El rapto de Ganímedes o Diana y sus ninfas cazando.

Las obras llegaron a Madrid, desde Amberes, en 1638, apenas dos años después del encargo lo que da muestras de la rapidez con la que se realizaron, y se instalaron en la Torre.

Gracias a un inventario realizado en 1700, con motivo de la muerte de Carlos II, se sabe que el total de las obras encargadas para la decoración era de ciento setenta y seis pinturas, algunas de ellas perdidas durante el incendio de la Torre provocado por las tropas austriacas durante la guerra de Sucesión Española.

Hoy en día la mayor parte de las obras conservadas se encuentran en el museo del Prado.