Entrada a la gruta (1630), D. Velázquez |
Bajo
este título se recogen dos obras de pequeño formato realizadas por
Diego Velázquez durante su estancia en Roma y conservadas en el
museo del Prado desde 1819, procedentes de las colecciones reales.
Tradicionalmente
se ha pensado que representan dos rincones de la villa Médici, donde
Velázquez pasó dos meses en el verano de 1629, durante su primer
viaje a Italia, huyendo del calor de Roma y la incomodidad de las
habitaciones del Vaticano donde había sido alojado, demasiado
solitarias y alejadas de la Capilla Sixtina, aunque hoy en día se
tiende a pensar que fueron realizadas durante su segundo viaje y por
tanto, pintados casi veinte años después.
Durante
su primera estancia en la villa, Velázquez, realizó copias de las
estatuas antiguas que decoraban los jardines, de las que no nos ha
llegado ninguna, como tampoco el autorretrato que se hizo a petición
de su suegro Francisco Pacheco, también se sabe que realizó cuatro
pinturas, de pequeño formato, en las que representó diferentes
paisajes de la villa, cuatro paisillos según Jerónimo de Villanueva, quien los adquirió en 1634 para el rey Felipe IV, y
de los que solo nos habrían llegado estos dos.
El pabellón de Cleopata/Ariadna (1630), D. Velázquez |
La
realización de paisajes, como tema autónomo dentro de la pintura
del siglo XVII, se consideraba un género menor, según la jerarquía
de los géneros que imperaba en
el arte academicista, ya que este debía estar acompañado de un tema
mitológico, bíblico, histórico etc. que justificara la pintura. En
estas obras Velázquez plasma la naturaleza sin más, los árboles,
la arquitectura, la escultura y los personajes que vagan por los
jardines sin ningún propósito, como simples figuras decorativas.
Otra
característica poco común de estas obras es su realización, aunque
se sabe que había artistas, como Claudio de Lorena, que realizaban
apuntes de paisajes en sus cuadernos al aire libre, eran realmente
escasos los que trabajaban directamente sus cuadros en plena
naturaleza, como se sabe que hizo Velázquez con estas dos obras, en
las que además parece existir la voluntad de reflejar la experiencia
de un momento, la representación de la tarde y el mediodía.
Durante
tiempo se pensó que serían apuntes para desarrollar posteriormente
en una obra mayor, pero actualmente se cree que se trata de cuadros
acabados.
Ariadna dormida (ca. 150) |
Entrada a la gruta, es un óleo sobre
lienzo de 48,5 centímetros de largo por 43 de ancho, en el que se
representa una serliana, un recurso arquitectónico muy usado durante
el Renacimiento, que consistía en combinar un arco de medio punto
central flanqueado a ambos lados por vanos adintelados, en la
balaustrada una lavandera parece extender una sábana, mientras abajo
dos hombres conversan junto a un busto, posiblemente del dios Hermes.
El pabellón de Cleopatra/Ariadna, de
44 por 38 centímetros, representa al igual que el anterior una
serliana, aunque en este caso abierta, en la que aparece una
escultura de mujer yaciente que se ha querido relacionar con el
vaciado en yeso que Velázquez mandó a realizar de Ariadna
dormida
para Felipe IV y que actualmente se encuentra también en el museo
del Prado.