Durante
la Edad Media los scriptoriums, lugar
para escribir, de los monasterios se convirtieron en los centros de
conservación y difusión de la cultura. En ellos los monjes se
encargaban de copiar los manuscritos que contenían el saber
religioso y científico y se solían decorar, iluminar, con
miniaturas.
Apóstoles, Beato de Girona |
En
uno de estos monasterios, el de San Salvador de Tábara, Zamora,
mandado a construir por el rey Alfonso III de León sobre los restos
de una antigua iglesia visigótica, encontramos la primera mujer
artista de Europa occidental que dejó constancia de su nombre en una
obra.
En
o Ende, como se la conoció hasta que la historiadora M. Rosa Ferrer
señaló que había un error de lectura, ya que había un pequeño
espacio de apenas unos milímetros que revelaba que su verdadero
nombre era En, fue una iluminadora del siglo X de la que apenas
conocemos nada.
Pájaro y serpiente |
Algunos
historiadores consideran que pudo no haber sido monja sino una mujer
de familia noble que vivía en el monasterio, en la época era
habitual que mujeres viudas o solteras de cierta posición social
entraran a vivir en un monasterio pero no tomaran los hábitos.
Su
nombre aparece en las últimas hojas del llamado Beato deGirona, realizado en el año
975, junto al del escribano Senior, y otro ilustrador, Emeterio,
también aparece el nombre del abad Dominicus, que fue quien mandó
realizar el Beato.
En
la Edad Media era costumbre citar los nombres en orden decreciente de
importancia, por lo que se puede afirmar que en la ejecución del
Beato de Girona, de los dos ilustradores, el más importante
fue una mujer, En.
Los
Beatos son copias miniadas,
realizadas entre los siglos X y XIII, de la obra Comentarios al Apocalípsis de San Juan, realizado
por el monje asturiano Beato en el monasterio de San Martín de
Turieno, Liébana, hacia el año 786.
Los dos testigos |
El
Beato de Girona está formado por 284 folios, escritos en
letra visigoda, en los que aparecen 114 miniaturas en las que
predomina la policromía y la utilización del oro y la plata. De
clara influencia islámica, se caracteriza por la aparición de una
nueva iconografía que hasta el momento no había aparecido en los
Beatos, la representación de escenas de la vida de Cristo,
como la crucifixión o el bautismo.
Los
historiadores ven en estos cambios la mano de la pintora En, a quien
también atribuyen los primeros intentos para superar el aspecto
plano de las miniaturas anteriores mediante el uso de un volumen y un
naturalismo incipientes pero que ya anuncian el arte románico.
También
destaca el intento de definir individualmente a cada personaje, ya
sea incluyendo su nombre o donde predicó, personalizando su
fisonomía o a través de los objetos que llevan en sus manos.
El
Beato fue donado a la catedral de Girona, donde se sigue
conservando, en el año 1078 por el capiscol Juan.