En
una fecha que desconocemos entre 1450 y 1460 nacía en Hertogenbosch
(Holanda) Jeroen Van Aken, hijo y nieto de pintores, seguramente
procedentes de Amberes, que se habían instalado en la pequeña
ciudad en 1431.
El Jardín de las Delicias |
El
joven Jeroen aprendió el oficio de pintor en el taller paterno, su
nombre aparece por primera vez vinculado al de su padre en 1475
cuando la cofradía de Nuestra Señora encargó un retablo al escultor
Adriaan Van Wesel para una capilla en la colegiata de la ciudad.
En
1478, tras la muerte de su padre, el taller fue heredado por su
hermano mayor, quien según los estamentos gremiales era el único
que tenía derecho a utilizar el apellido de la familia. Debido a
esto tuvo que adoptar un nombre artístico, decidió latinizar su
nombre, convirtiéndo Jeroen en Hieronymus y como apellido adoptó el
nombre de su ciudad natal, simplificándolo en Bosch (en España se
castellanizaría a El Bosco).
Poco
después, en 1481, se casó con Aleyt Van Meervene una joven de buena
posición, lo que le permitió ascender socialmente a la alta
burguesía y le permitió una mayor libertad a la hora de elegir los
temas de sus obras.
La extracción de la piedra de la locura |
Estos
primeros años (1475 - 1485) son considerados como los de su primera
etapa. Unos años muy productivos con una clientela formada por
burgueses, clérigos, nobles y la Hermandad de Nuestra Señora,
cofradía religiosa dedicada a la Virgen en la que el Bosco fue
admitido en 1486.
En
las primeras obras que realizó, al igual que muchos artistas
contemporáneos, tomó la Biblia como fuente de inspiración, aunque
también encontramos obras como La extracción de la piedra de la locura
(1490) y
El
prestidigitador
(hacia 1502),
en las que ya se manifiesta su singular personalidad.
Entre
1485 y 1505 se daría su segunda etapa, en
la que su trabajo como pintor empieza a reportarle fama
internacional, en 1504 recibió de Felipe el Hermoso el
encargo para realizar un Juicio
Final, posiblemente
un tríptico, hoy desaparecido.
Es
en esta etapa donde encontramos el humor y el simbolismo
característico de el
Bosco, derivado
de la época en la que le tocó vivir, los
últimos años de la Edad Media, en los que aún se mantenían las
creencias en la brujería, la alquimia, los bestiarios y sobretodo el
miedo a la condenación tras la muerte.
El
Bosco aborda
el tema del pecado y de los terribles castigos que esperan a los
pecadores en muchas de sus obras, como
en El jardín de las delicias (1500
- 1505) o
El carro de heno
(¿1500
- 1516?), en
los que representa su excepcional visión del infierno y la
condenación a través del humor satírico y la simbología. En
algunas ocasiones el extenso uso que hace de los símbolos
contemporáneos representa una gran dificultad, ya que actualmente se
ha perdido el significado de
estos,
aunque no es la única, El
Bosco,
por alguna razón que desconocemos, prefirió no fechar sus trabajos
y
sólo
firmó algunos, por lo que se
hace difícil establecer la autoría de sus obras y realizar una
cronología de su trabajo.
El carro de heno |
La
finalidad de sus obras es moralizante, una de las características
por las que Felipe II apreciaba tanto su arte. Sus
pinturas son una advertencia a la humanidad de que los pecados llevan
a la condenación, representada por el infierno y las criaturas que
lo
habitan.
Cristo con la cruz a cuestas |
Estas criaturas grotescas son
una de las características más llamativas en las pinturas de el
Bosco junto con la
representación de paisajes oníricos. En algunas
ocasiones se ha hecho
referencia al uso de alguna sustancia alucinógena como medio de
inspiración para la creación de estos mundos, nada
más lejos de la realidad ya que la
gente de la época estaba habituada a ellas, se encontraban
en los bestiarios, en los capiteles, metopas o tímpanos románicos,
como advertencias.
La
tercera y última etapa de su carrera duraría hasta su muerte en
1516, en estos últimos años retomó
la temática con la que inició su carrera representando escenas de
la vida de santos y sobretodo de Jesús como
en
Cristo con la cruz a cuestas (1515).
Tras
su muerte su fama no disminuyó influenciando a artistas posteriores
como Pieter Brueghel el Viejo y convirtiéndose en un claro antecedente para los artistas
surrealistas y expresionistas como James Ensor.