El
13 de septiembre llegó a Suiza el tren cargado con las obras del
patrimonio nacional, siendo trasladadas días después y según lo
acordado en Figueres, a la sede de la Sociedad de Naciones.
Al
día siguiente el gobierno de Suiza reconoció el gobierno de Franco.
En
ese momento los miembros de la Junta, se encontraron en una delicada
situación, eran los responsables de las obras pero pertenecían a un
gobierno inexistente, y por lo tanto, sin ninguna cobertura
diplomática.
Por
su parte, el gobierno de Franco, puso en marcha todos los medios a su
alcance para conseguir la devolución inmediata del tesoro, enviando
a Ginebra para que trabajase con Sert a Eugeni d'Ors, a quien Franco
acababa de nombrar director de Bellas Artes, y muy crítico con la
pintura del muralista. En Ginebra, los dos hombres trabajaron por
separado y a espaldas el uno del otro.
Durante
el mes de marzo, y tras una queja formal de José M. Sert en la que
cuestionó la seguridad de los cuadros al cargo de rojos, se
realizó un inventario de las obras. Se llevó a cabo por el Comité
Internacional y la Junta, y la opinión fue unánime, la calidad y el
esmero de los embalajes consiguieron que todas las pinturas llegaran
en perfecto estado.
El
30 de abril de 1939, tras finalizar el inventario, el secretario
general de la Sociedad de Naciones entregó oficialmente al gobierno
de Franco las pinturas, transmitiéndole a su vez su interés por
realizar una exposición con las mejores piezas en el museo de Arte e Historia de Ginebra.
El
nuevo gobierno franquista en un principio se negó, ya que creían
que se vería internacionalmente como un reconocimiento a la Junta y al gobierno republicano por su labor para salvar el
patrimonio artístico, pero tras la intervención, nuevamente, de
Sert se cambió de opinión, viéndolo como una forma de paliar las
deudas contraídas con el Comité Internacional por el transporte de
las obras y al mismo tiempo una oportunidad única para transmitir su
propaganda política.
La
exposición, que se tituló Las obras maestras del museo del Prado, se inauguró el 1
de junio y
se mantuvo todo el verano,
sobrepasando todas las
expectativas de visitantes.
Al
día siguiente de su clausura, el 1 de septiembre de 1939, Hitler
invadió Polonia provocando que Francia e Inglaterra declararan la
guerra a Alemania y estallase la II Segunda Guerra Mundial.
A
consecuencia de ello Francia decretó una movilización general y el
regreso de las pinturas a Madrid quedó bloqueado y sin poderse
solucionar, hasta que Sert consiguió, a través de la amistad que le
unía con el ministro de Obras Públicas francés, un permiso
especial para poder atravesar el país en tren, con las luces
apagadas por miedo a los bombardeos, y con prioridad sobre el tráfico
militar.
Llegada del tren de Ginebra a la estación del Norte (Madrid) |
Las
obras del tesoro nacional regresaron a Madrid el 9 de septiembre,
siendo recibidas por las mayores autoridades del régimen franquista,
aunque para la prensa propagandística del momento supuso un gran
problema, era imposible que después de pasar tanto tiempo en las
despiadadas manos de los rojos, las obras hubiesen sido
devueltas en perfecto estado. Ante este problema decidieron
presentar el regreso y perfecto estado de conservación de las obras
gracias únicamente a las gestiones del Caudillo.
Por
su parte, los miembros de la Junta, tras finalizar el inventario y
verse libres de la carga y cuidado del tesoro se dividieron, una
parte decidió regresar a España tras jurar lealtad al nuevo
gobierno, y el resto partió al exilio.
En
2003 se colocó una modesta placa en el museo del Prado conmemorando
los hechos.