Akenatón, Nefertiti y sus hijas (museo Egipcio, Berlín) |
Estos
cambios no eran nuevos, ya que era algo normal cambiar de divinidad
para frenar el poder que los sacerdotes acumulaban.
De
hecho el dios Amón, dios de la fertilidad, había empezado a tener
un gran protagonismo con el Imperio Medio, para frenar el poder y la
riqueza que los sacerdotes del dios Ra acumulaban. Aunque con el
tiempo el clero de Amón llegó a conseguir más poder e influencia.
El
gran cambio y la novedad fue que el dios Atón fue adorado casi como
una divinidad monoteísta.
Para
demostrar su apoyo al dios Atón, el faraón, cambió su nombre por
el de Ajenatón y la capital del reino se desplazó a una nueva
ciudad, Ajetatón, el horizonte de Atón, hoy conocida por el
nombre árabe de Amarna, una ciudad construida de la nada y que tras
la muerte del faraón sería destruida y olvidada.
Ajenatón (Museo Egipcio de El Cairo) |
La
representación de los faraones desde el Imperio antiguo hasta el
reinado de Ajenaton, había sido siempre la misma, se representaban
en su juventud y perfección física, como un faraón eterno y
atemporal, sin embargo, en los tiempos de Ajenatón, y aunque se
seguía representando al faraón con la misma postura erguida,
mirando al frente y sujetando los símbolos del poder con las manos,
la representación del cuerpo rompió con los cánones, la armonía y
la simetría anterior.
El
simbolismo tomó mayor importancia que el naturalismo, los cuerpos y
las facciones se alargaron, llegando incluso a la caricatura en los
primeros años, posteriormente se suavizaron. La figura del faraón
adoptó formas femeninas, con pechos y caderas anchas, como proveedor
divino de la prosperidad y fertilidad de Egipto, al igual que Atón.
También
aparecieron nuevas formas de representar al faraón en los relieves y
las pinturas. El dios Atón era representado simplemente como un
disco solar, algo difícil de entender para el pueblo egipcio,
acostumbrado a que sus divinidades tomasen forma antropomorfa o
animal, por lo que se pasó a representar al faraón al mismo nivel
que la divinidad solar.
Junto
al faraón, la familia real se
convirtió en un
tema esencial en este período,
ya que básicamente desaparecieron los temas anteriores. En
las escenas religiosas se representaba
al faraón y su familia
recibiendo los rayos benefactores de Atón, además
de escenas de su vida privada e intima, en las que aparecían
interactuando y
dando muestras de afecto.
Talalat (templo de Atón, Karnak) |
Los
relieves pasaron a representarse en los talatat, bloques de
arenisca pequeños, típicos de las construcciones del período amarniense. Posteriormente estos bloques fueron extraídos y
reutilizados como material constructivo o de relleno por los faraones
del Imperio Nuevo.
Arquitectónicamente
también aparecieron diferencias, los templos construidos en honor
del dios Atón eran abiertos, dejando entrar la luz solar, diferente
a los templos tradicionales, hundidos en la oscuridad y el
hermetismo.
Tras
la muerte del faraón,
el 1336 A.C.,
el nuevo arte surgido en Amarna, al igual que los cambios políticos
y religiosos, fueron
olvidados, siendo su sucesor, Tutanjatón
(Tutankamón), bajo el
gobierno de Ay y Horemheb, quien devolvió a los sacerdotes de
Amón la influencia y el poder que habían poseído.
Akenatón y su familia adorando al sol (Museo Egipcio de El Cairo) |