Entre
1500 y 1506, seguramente en 1503, Leonardo da Vinci recibió el
encargo de Francesco del Giocondo, un próspero comerciante de telas
y sedas florentino, de realizar el retrato de su esposa Lisa Gherardini.
No
se saben a ciencia cierta las razones por las cuales Francesco del
Giocondo decidió encargar el retrato, aunque se especula con dos
eventos acaecidos en 1503, la compra de su primera casa y el
nacimiento de su segundo hijo Andrea, en 1502, tras la muerte de su
primera hija en 1499. El delicado velo que cubre el pelo de La Gioconda está considerado, por
algunos historiadores, como un velo de luto, aunque, según otros
historiadores, podría simplemente seguir una moda, de origen
español, que había llegado a Florencia.
En
aquel momento Leonardo no tenía ninguna fuente de ingresos por lo
que decidió aceptar el encargo, aunque al poco de empezar a trabajar
recibió un nuevo encargo, pintar un fresco en las paredes del
Palazzo Vechio de Florencia,
donde plasmaría la desaparecida La Batalla de Anghiari, un
trabajo mejor pagado y de mayor prestigio.
Supuesto autorretrato (1513) L. da Vinci |
En
este mismo año partió hacia Milán, llevándose consigo, entre
otras obras, el cuadro de La Gioconda, una
obra que lo
acompañaría en todos sus viajes incluido el último al Castillo de
Clos-Lucé, Francia, bajo el mecenazgo y la protección del rey
Francisco I.
Durante
todos estos años siguió trabajando en la pintura en la que
representó, sobre una delgada tabla de madera de álamo, a la joven
Mona Lisa, señora
Lisa en italiano antiguo, que a la sazón contaría con unos 25 años,
sentada de manera erguida y ligeramente ladeada hacia el espectador,
con el brazo izquierdo sobre el reposabrazos de la silla, mientras
que la mano derecha reposa sobre aquel, una postura que transmite una
impresión de gran serenidad.
En
el fondo, enmarcado por dos columnas que apenas pueden apreciarse,
aparece representado un paisaje usando la perspectiva aérea y sin un
punto de fuga claramente definido, que las últimas investigaciones
han señalado como la ciudad de Bobbio, Italia, y en el que destaca
la representación del puente Vecchio.
Leonardo
dibujó el esbozo del cuadro y posteriormente aplicó el óleo
diluido en aceite esencial, lo que le permitió aplicar innumerables
capas de pintura en forma de veladuras. La técnica, conocida como
sfumato, consiste
en prescindir de los
contornos netos y precisos típicos del Quattrocento
y envolverlo todo en una especie de niebla que difumina los perfiles
y produce una impresión de inmersión total en la atmósfera, lo que
da a la figura una sensación tridimensional.
Tanto
en la comisura de los labios como en la de los ojos, Leonardo,
utilizó una técnica de sombreado que le confieren una apariencia
completamente realista y una cierta sonrisa.
En
relación a la sonrisa, el pintor y biógrafo Giorgio Vasari escribió
en 1550, Mona Lisa era muy
hermosa, mientras la retrataba, tenía gente cantando o tocando, y
bufones que le hacían estar alegre, para rehuir esa melancolía que
se suele dar en la pintura de retratos.
Leonardo
da Vinci murió en Francia el 2 de mayo de 1519, legando a su
discípulo preferido, Francesco Melzi, sus obras, manuscritos,
cuadernillos, documentos e instrumentos que mantuvo durante toda su
vida.
Tras
la muerte de Melzi, Francisco I compró a sus descendientes varias
obras de Leonardo, entre ellas La
Gioconda quedando así
ligada para siempre a Francia.