LA VERDAD SOBRE LOS BIG EYE

A finales de los años 50 empezaron a aparecer unas pinturas en las que se representaban niños, mujeres y animales con unos enormes ojos llenos de tristeza, que con el tiempo se conocerían como big eye.

Estos cuadros alcanzaron en los años 60 gran popularidad, todo el mundo quería uno, incluso se realizaban copias que la clase media americana compraba en masa, aunque los críticos de arte los denostaban, ya que los consideraban demasiado kitsch.

Su autor, Walter Keane, había dejado su trabajo como agente inmobiliario en San Francisco para dedicarse por completo a la pintura. Keane, era un hombre extrovertido y muy dado a la autopromoción, en una entrevista con la revista Life proclamó que ni Rembrandt, ni El Greco, ni Miguel Ángel pintaban los ojos mejor que él.

Para realizar sus famosos retratos se había inspirado en los niños que había conocido a finales de los años 40 en Berlín, mientras estudiaba arte.

Retrato de Joan Crawford
Entre sus clientes destacaban actores como Joan Crawford, que posó junto a su retrato para la portada de su autobiobrafía, Natalie Wood o Jerry Lewis.

Keane vivió de su fama y el dinero que había ganado con la venta de los cuadros hasta que, en 1970, su ex mujer, Margaret Keane, confesó ser la autora de las obras en una entrevista radiofónica, retándolo a un duelo artístico en la Union Square de San Francisco.

Su respuesta fue una demanda judicial, que el juez desestimó por falta de pruebas, y un largo viaje, doce años, por Europa.

Margaret Keane, la mujer que aseguraba ser la autora de las obras, se había casado con Walter en 1955, mujer insegura e introvertida se refugiaba en la pintura, realizando los retratos de grandes ojos que su marido vendía.

No conoció la verdad, que su marido se hacía pasar por autor de sus obras, que firmaba tan sólo con el apellido Keane, hasta que una noche lo acompañó a The Hungry I, un club de San Francisco donde se exponían y vendían sus cuadros y alguien le preguntó si ella también pintaba como su marido.

Margaret y Walter Keane
Humillada y enfadada por el engaño, le pidió que contara la verdad, pero Walter consiguió convencerla que era mejor seguir con el engaño, necesitaban el dinero, si el público conocía la verdad podrían demandarlos...

Margaret pintaba durante dieciséis horas al día encerrada en una habitación de su casa, a escondidas, mientras su marido, que la controlaba constantemente, vivía la vida de un artista consagrado.

Tras diez años de matrimonio se divorciaron, Margaret se mudó a Hawaii y en 1970 decidió que ya era hora de que todo el mundo conociese la verdad sobre los big eye.

No fue hasta mediados de los años 80 que Walter Keane reapareció con una entrevista para el diario USA Today, en la que recriminaba a su ex mujer el haber intentado adjudicarse la autoría de sus obras debido a que pensaba que había fallecido.

Ante estas acusaciones Margaret presentó una demanda por difamación que esta vez si fue admitida. Durante el juicio, se decidió que pintaran una de sus famosas obras ante el jurado, Margaret la realizó en apenas una hora, Walter, que había aparecido con todos los utensilios necesarios para pintar, argumentó problemas en su hombro y dejó el lienzo en blanco.

Walter fue condenado a pagar cuatro millones de dolares por daños emocionales y menoscabo a la reputación de su mujer, un dinero que nunca recibió ya que había dilapidado toda la fortuna que había conseguido con la venta de los cuadros, pero a Margaret no le importó, sólo quería que el mundo conociera su verdad.